ANALITYCS

miércoles, 22 de octubre de 2008

El alcoholismo: un grave problema

Cuando veo de bar en bar a cuadrillas de "poteadores", algo típico en el País Vasco, siempre me los imagino a la hora de volver a casa.

Qué harán al entrar en su casa, donde seguramente estén esperándoles para cenar una mujer y unos hijos. Qué dirán, qué pasará. Por supuesto que la respuesta a estas preguntas casi siempre es negativa: enfados, violencia verbal, cuando no física, irse a la cama en malas condiciones...

El consumo de alcohol goza de un prestigio en nuestra sociedad totalmente excesivo. Asociamos el alcohol a la fiesta, a la alegría, a la desinhibición, cuando realmente los efectos que produce son justamente los contrarios. En un principio puede tener un efecto desinhibidor, para pasar generalmente a tener efectos indeseables, para el que lo consume pero también para la gente de alrededor. Todos sabemos que una copa de vino o consumir alcohol, en general, de forma moderada, es incluso bueno para la salud. Sin embargo, es curioso que cuando preguntas a gente que abusa del alcohol , pocos reconocen este abuso: "sólo me tomo unas cervecitas" o " por tomar unos potes con la cuadrilla no pasa nada".

El caso es que muchos de estos "poteadores" llevan siéndolo casi toda la vida, convertidos en alcohólicos sin asumirlo . Hace unos días hablaba con una paciente, Itziar,de cuarenta años que ha iniciado un programa de rehabilitación, por tener un problema de alcoholismo. Me comentaba que, cuando por fin, después de estar bebiendo desde los veinte años, de manera frecuente, incluso en el trabajo, había decidido dar el paso, nadie en su entorno familiar la tomaba en serio porque todos minimizaban el que algún sabado o en fiestas estuviera borracha. Eso era lo normal. Incluso su madre comentaba que su aita, también bebía con la cuadrilla y que cuando volvía de potear, se iba a la cama ...y se acababa el problema.

Escribo esto como reflexión de hasta que punto el alcohol sigue teniendo una buena prensa , a mi modo de ver absolutamente injustificada. A todos nos gusta beber un buen vino, o disfrutar de un apetecible licor en la sobremesa, por ejemplo. El problema está en minimizar los riesgos evidentes que conlleva el exceso de alcohol, el considerar normal que un chico de 20 años salga de juerga con los amigos y que se emborrache o que las cuadrillas de poteadores de la parte vieja de mi ciudad o de otros tantos barrios, vayan de bar en bar, convencidos de que controlan perfectamente, que el alcoholismo nada tiene que ver con ellos. Porque muchas veces los verdaderos dramas del alcohol, no están solo en el borracho que vemos tirado en un parque. Empiezan , muchos de ellos, a las diez de la noche cuando, el poteador abre la puerta de casa.

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