
Nos toca vivir una época en la que el aspecto físico se sobrevalora,, bombardeándonos continuamente con mensajes acerca de cómo estar más delgado, más joven, más "cool" o más guay... siempre basándose en determinados patrones o modas sobre qué es lo que hay que llevar y qué debemos aparentar.
Probablemente, siempre haya sido así a lo largo de la historia, pero nunca esta presión ha sido tan fuerte como en este último siglo.
Esto que, aparentemente, puede parecer banal, no lo es para determinadas personas que nunca están contentas con su físico, aún cuando no sepan qué es lo que quieren o no quieren cambiar del mismo, o dónde está el supuesto limite para sentirse bien.
Es muy importante trabajar con uno mismo, que el físico tiene que estar directamente relacionado con la salud, lo cual supone llevar una vida saludable con hábitos que vamos creándonos sanos, desde la comida que ingerimos, hasta no abusar de sustancias que nos perjudican seriamente... sin embargo, cuando hablas de estas cosas con chicos y chicas adolescentes o, incluso, con jóvenes adultos, inciden más en la importancia del aspecto físico externo que en los hábitos de vida saludables.
Es inútil compararse con nadie, ni querer parecerse a nadie físicamente; ni digamos tener tal o cual talla porque, supuestamente así lo mandan los cánones de belleza.
La única comparación que vale es la que debemos hacer con nosotros mismos; esa es la importante y es ahí donde debemos prestarnos toda la atención: para cuidarnos con hábitos sanos, para dormir, descansar y divertirnos, para no tomar drogas, etc. Deshacerse de esas ideas que continuamente los medios de comunicación nos envían: " tal peso, tal talla, tal moda..."
No es tarea fácil en una sociedad tan visual como la que vivimos. Pero trabajar interiormente cada uno de nosotros la idea de aceptación, bienestar y auto cuidados saludables, es algo fundamental para sentirse bien, alejándose de comparaciones absurdas, irracionales y, sobre todo, irreales.