En su magnifico libro "El hombre en busca de sentido", una de las cosas más importantes a las que hace referencia Viktor Frankl, después de haber pasado muchísimas penalidades y pérdidas en los campos de concentración en los que estuvo, es el darse cuenta de que te pueden desposeer de todo, incluso intentar desposeerte de tu dignidad como ser humano, pero lo que nunca te pueden quitar es la actitud que tú escojas tomar ante los hechos que te van ocurriendo.
Saberse poseedor de esa actitud como algo propio, interior, íntimo, como algo valiosísimo que tenemos cada uno de nosotros, que nos pertenece siempre, es el primer paso para empezar a controlar nuestra vida y para enriquecernos interiormente.
Esa actitud, ese decidir cada uno interiormente cómo tomarse lo que se va presentando, es algo fundamental de lo que tenemos que ser conscientes, y trabajar para que así sea, porque genera sentimientos de control o, mejor aún, sentimientos de pertenencia, de que "mi vida es mía".
Las circunstancias pueden cambiar, pero siempre va a depender de mí que esas circunstancias me afecten más o menos, de la actitud que yo tome ante esos hechos que van sucediendo y que no controlo. Saber que la actitud que tome ante unos hechos determinados depende única y exclusivamente de mí, proporciona el sentimiento de que soy capaz de autodominarme y de controlar mis emociones.
Trabajar la actitud diariamente, decidir qué pensar y luego qué hacer ante tal o cual acontecimiento que ocurra, reflexionar sobre qué pensaré y qué decidiré, es algo fundamental, proporcionándonos no solamente mayor bienestar y control de nuestra emociones, como decíamos antes, sino que nos hace, diariamente, dueños de nuestra vida, sin sentir, como a veces nos sucede, que vamos a la deriva.