Vivimos en una época en que se banaliza con frecuencia aquello que corresponde a una esfera íntima, y dicha banalización asoma todos los días en los medios de comunicación, tal y como puede verse en el anuncio publicitario adjunto.
No es infrecuente que en la televisión abunden los programas donde la gente habla de sentimientos e incluso de comportamientos íntimos que corresponden a la esfera sexual, con pavoroso desparpajo y con una aparente naturalidad que raya en la ordinariez.
Es frecuente que, incluso, dicha "sexualización" de la vida pública la veamos cuando el entrevistador pregunta a pie de calle, por ejemplo, cuántas relaciones sexuales al día tiene alguien, entrando en el juego los entrevistados como si les preguntara sobre qué van a hacer esta tarde.
También es frecuente ver cómo diferentes estereotipos que utilizan a la mujer y el cuerpo de la misma como reclamo, siguen funcionando, incluso en programas infantiles: por ejemplo, en un conocido canal infantil de televisión, las series dirigidas a los niños presentan los mismos estereotipos de "chica busca a chico" como objetivo primordial en su vida y, con eso, se siente "superrealizada y superfeliz", supeditando otros aspectos de su vida a la consecución de un marido-pareja ... el antiguo "contigo pan y cebolla".
Para ello, para conseguir ser "la elegida", hay que medir, pesar, acicalarse y vestir... tal o cual marca, o pantalón, o zapatos imposibles...
Es cierto que somos seres sexuados y que la sexualidad nos acompaña siempre mientras vivimos: nacemos con ella y moriremos con ella.
Pero esa banalización que se hace en la vida pública de la sexualidad, de tal manera que uno no sabe si la publicidad nos está anunciando un perfume u otra cosa, por las poses de los modelos o si la señora que presenta el telediario está informándonos o mostrando un escote más que generoso que nos hace pegar la vista a la pantalla, produce una hipersexualización de la vida pública que en nada favorece, en contra de lo que muchos creen, a transmitir una idea real de lo que es la misma sexualidad.
No se trata de ser retrógrado, ni estrecho. Se trata de transmitir la idea de que la sexualidad pertenece a la esfera íntima de cada persona, que es algo privado, que debe basarse en valores de respeto, confianza y por supuesto de placer, pero dentro de esa esfera íntima.
En ningún caso, frivolizar con un tema tan serio conduce a mejorar las relaciones sexuales, ni por supuesto a transmitir lo que de verdad representa.
No se trata de sacralizarla, pero tampoco de frivolizarla.
No se trata de sacralizarla, pero tampoco de frivolizarla.
Es lamentable ver lo poco que avanzamos en esto, porque cuando preguntas sobre la información sexual que tienen los jóvenes, y no tan jóvenes, dicha información, a pesar de que hoy está disponible, sigue respondiendo en muchos casos a mitos, a estereotipos que tenían que haber sido ya superados. En esto las mujeres siguen llevando las de perder, con los modelos machistas que siguen presentes en los más jóvenes (es frecuente que el chico que liga mucho sea bien visto, no así a la chica que mantiene relaciones sexuales con frecuencia y con diferentes parejas).
Esta sociedad necesita recuperar la intimidad de lo que es la sexualidad y alejarse de la banalización de las relaciones sexuales. Esto no es cosa de "carcas", es cuestión de información, cultura y bienestar.