ANALITYCS

miércoles, 25 de noviembre de 2009

MACHISMO E IGUALDAD


El uso que hacemos del lenguaje denota lo que estamos pensando y lo que a veces subyace con respecto a las diferencias entre los hombres y las mujeres.

Es frecuente ver como el lenguaje traiciona a algunos hombres que dicen no ser machistas y sin embargo, dicen frases como "tu hija que ...", refiriéndose a la hija común que tienen con su pareja o "te he hecho la comida", como si hacerla fuera cuestión exclusiva de las mujeres y un favor que nos hacen en ese momento o como que ellos no comieran.

No digamos ya, si nos referimos a cuestiones económicas donde todavía muchas mujeres viven sujetas al régimen de dinero mensual, que impone la pareja, aún trabajando fuera de casa ellas y ganando, en ocasiones, más dinero que ellos.

Todas estas actitudes que, en principio, cuando preguntas a esos hombres si son machistas enseguida lo niegan e, incluso las propias mujeres lo corroboran, en realidad son muy significativas de ese machismo que subyace, casi podríamos decir, en el inscosciente del hombre , fruto de una educación, individual pero también social, desde la infancia donde se ve a la mujer no como otro ser humano igual al hombre, sino como diferente e inferior.

Desde pequeños se potencian estas diferencias, hasta en el vestir (los trajecitos rosas de las niñas, por ejemplo, y azules de los niños), la elección de actividades, de estudios... Todas estas cuestiones que parecen triviales no lo son, porque esas acciones van unidas no sólo a comportamientos externos sino también internos: expectativas, visión de futuro, capacidades, etc...

Es frecuente encontrarse, ya de adultos, a hombres que comparten tareas de la casa pero que siguen con estas ideas en su cabeza: las mujeres somos más "puñeteras", rivalizamos entre nosotras, sobre todo si se trata de "conseguir" a un chico, más cotillas, si no estudian las hijas no pasa nada porque se emparejarán con un hombre que trabajará... Establecen una doble moral: yo puedo hacerlo, pero si lo dice o hace una mujer es diferente.
Ese doble rasero, con el que miden sus acciones algunos hombres y éstos miden las de las mujeres, todas estas actitudes, llevadas al extremo, constituyen, junto con otras, un ideario que está presente en la cabeza de muchos hombres maltratadores: la consideración de la mujer como un ser inferior, disponible según lo que él marque y diga, etc...

Para evitar llegar a estos extremos, es fundamental erradicar desde pequeños, en la educación y a través de ella, todos estos estereotipos: porque solamente así conseguiremos acabar con los malos tratos.

A las mujeres hay que educarlas también en que hagan uso de sus derechos, que eviten la dependencia emocional, sobre todo de un hombre que no las trata bien. La falta de respeto es dar una bofetada, pero también es menospreciar, burlarse de ella, gritarle en público, engañar, ...

A los hombres y mujeres hay que educarlos en la igualdad, pero hay que ser, educativamente hablando, muy sutiles, porque las "sutilezas" machistas empañan todas las relaciones entre hombres y mujeres desde hace siglos, y solamente estando muy atentos y enseñando por qué no son validas, podremos educar bien y que nuestros hijos crezcan sin esos prejuicios que tanto daño físico y emocional hacen.



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...