
Si miramos hacia atrás , en ningún otro siglo la esperanza de vida ha sido tan alta. Las personas cada vez somos más longevas. Sin embargo, aunque esto es un hecho constatable, se sigue prestando poca atención a las personas mayores, ancianas, y en ocasiones se las trata como niños, como si no tuvieran casi uso de razón, y se les escucha poco.
Salvo en los casos de deterioro por motivos de salud, las personas mayores e, incluso, las que son muy ancianas, son una fuente inagotable de aprendizaje y deberíamos escucharlas y aprender de ellas porque la experiencia de toda una vida vivida es algo valiosísimo que nos ayudaría, a los que no hemos llegado a esas edades, a entender muchas de las cosas que nos están sucediendo en el día a día y a enfrentarlas de otra manera, probablemente.
Pero tendemos a hacerles poco caso, a escucharlas, para enseguida apostillar "bah, son cosas de mayores".
Salvo en los casos de deterioro por motivos de salud, las personas mayores e, incluso, las que son muy ancianas, son una fuente inagotable de aprendizaje y deberíamos escucharlas y aprender de ellas porque la experiencia de toda una vida vivida es algo valiosísimo que nos ayudaría, a los que no hemos llegado a esas edades, a entender muchas de las cosas que nos están sucediendo en el día a día y a enfrentarlas de otra manera, probablemente.
Pero tendemos a hacerles poco caso, a escucharlas, para enseguida apostillar "bah, son cosas de mayores".
Muchos ancianos se encuentran muy solos, no tanto porque lo estén físicamente, sino porque hablamos poco con ellos, les contamos pocas cosas o les pedimos pocos consejos. Sin embargo, y por edad, son fuente inagotable de saber y, en muchos casos, de sabiduría.
Pero tenemos que mirarles con otros ojos. No están "chocheando", no son de otra época, aunque cronológicamente puedan parecerlo.
Es verdad también que los propios ancianos deberían tomar su edad como otra etapa de la vida y mantenerse atentos; cuidándose como la edad lo exige, pero despiertos intelectual y emocionalmente, atentos a la vida cotidiana, a entenderla y participar en ella. Pero es difícil hacerlo cuando es la propia sociedad la que les relega a un segundo.
No se trata solamente de prestarles atención y de ofrecerles diferentes servicios para que estén atendidos y entretenidos; las personas mayores tienen un potencial que se desaprovecha y que debería revertir en la gente joven y de edad madura, para conseguir una mejor calidad de vida de todos.
Es difícil porque vivimos en una época donde la juventud, la belleza, el no querer envejecer, se hipervalora, en contra de la aceptacion de la edad que irremediablemente nos va a ir llegando, de las arrugas, del cambio del cuerpo, etc.
No va a haber mejor premio para uno mismo que llegar a una edad avanzada habiendo vivido en cada época lo que corresponde, disfrutando también de la ancianidad y de los cambios, como en la juventud o en la madurez, y enseñando todo lo aprendido.
Debemos hablar y escuchar más a las personas mayores y desarrollar hacia ellos una empatía que tan beneficiosa nos puede resultar.