Hay personas que llega el fin de semana y no son capaces de descansar porque durante toda la semana han vivido con niveles muy altos de estrés. Comienzan de nuevo el lunes y siguen con gran malestar porque no han podido desconectar el fin de semana.
La sobrecarga laboral que en ocasiones llevamos, sin darnos tiempo para nosotros, para realizar cosas que nos apetezcan aunque sea en tiempos limitados durante la semana, hace que nos vayamos cargando de ansiedad y que perdamos aficiones, en ocasiones contactos sociales, y nos conduce inevitablemente a una situación de estrés que nos perjudica seriamente la salud.
Cuántas veces oímos hoy en día que vivimos en una época en la que todos andamos acelerados, como si de una competición permanente se tratara para hacer todo rápido, casi al límite, con apenas tiempo para parar y con horarios que siguen siendo irracionales. Perdemos aficiones, amistades, calidad en nuestras relaciones familiares, de pareja, porque con frecuencia llegamos a casa irritables, agotados y, a veces, hasta desesperanzados.
Empiece por tomarse las cosas de otra manera. Las personas más eficaces en su trabajo no son
aquellas que invierten largas y tediosas horas, las últimas en salir de la oficina, sino aquellas que se organizan adecuadamente y planifican el trabajo diario.
Invierta cada día en hacer algo que le satisfaga y le permita cortar con el trabajo. Es mejor comer algo ligero y salir a las seis del trabajo, que parar para comer dos horas y salir a las ocho.
Pasee, entre en casa con ánimo relajado y pensando que lo más importante es usted y los suyos, y que lo demás casi todo se puede sustituir.
Use el pensamiento positivo para, cada vez que le venga a la cabeza la preocupación que le espera en la oficina el día siguiente, tenga expectativas de calma, ánimo y de solución de los problemas que se le vayan a presentar.
Confíe en usted mismo. Nada de lo que se proponga tendrá éxito si las expectativas son negativas, de fracaso; su profecía se cumplirá. Por el contrario, si cree en sí mismo y piensa en que hace lo mejor que puede, empleándose a fondo, se encontrará más tranquilo y así las cosas salen mejor. Piense que casi todo tiene solución, en ocasiones la solución perfecta, cien por cien, no está en nuestra manos, pero hay también soluciones parciales igual de buenas.
No se descuide: arréglese, cuídese, dese cosas buenas, cuide su alimentación y su ocio. El valor más importante es usted mismo; estando usted bien, los que están alrededor, a los que usted quiere, también recibirán ese bienestar. No hay inversión mejor que la que se hace en uno mismo.
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