
Las emociones que nos provocan cierto displacer también son buenas y, así, sentir tristeza ante determinados acontecimientos en la vida o sentir ira, enfado, miedo o ansiedad, en determinadas situaciones, son emociones sanas que, sin embargo, en esta época de hedonismo no tienen buena prensa y provocan no pocas consultas. Es imposible estar siempre bien, sintiéndose siempre en la cresta de la ola y lo normal es que nuestro ánimo experimente ciertas "subidas y bajadas".
Ahora bien, lo que ya no es normal y requiere tratamiento es la depresión o la angustia permanente, que imposibilita nuestra vida diaria. El que esta triste tiene un motivo para estarlo, el que se deprime puede tener una vida perfecta y, sin embargo, no ser feliz. Lo mismo ocurre con la persona que está permanentemente angustiada o con ansiedad permanente, lo que interfiere en su bienestar diario y le impide llevar una vida tranquila.
La banalizacion que se hace con frecuencia de estos términos de angustia y de depresión nos lleva muchas veces a pensar que la sociedad que vivimos adolece de cierto hedonismo y tolera mal las frustraciones cotidianas. ¡Cuantas veces hablamos de la fortaleza física y mental de nuestro abuelos, por ejemplo, que se enfrentaron a situaciones duras y épocas difíciles y siempre tuvieron un espitu de lucha y de seguir hacía adelante.
Recuperar el timón de nuestra vida y ser capaces de sacar "jugo" a la tristeza para cambiar lo que haya que cambiar, y seguir hacia delante y vivir mas positiva y cosncientemente, podría ser un buen ejerecicio personal. Lo mismo ocurre con la ansiedad que tantas veces nos atenaza en el día a día: replantearnos la vida que llevamos e intentar vivir cada día sin anticipar nada, nos proporcionaría bienestar inmediato, además de ser un buen ejercicio de realidad.
Acostumbrarnos a sentir y, a partir de ahí, a crecer interiormente, cuestionándonos por qué sentimos así y qué podemos hacer para cambiar, nos convierte en más dueños de nuestra vida.
Ahora bien, lo que ya no es normal y requiere tratamiento es la depresión o la angustia permanente, que imposibilita nuestra vida diaria. El que esta triste tiene un motivo para estarlo, el que se deprime puede tener una vida perfecta y, sin embargo, no ser feliz. Lo mismo ocurre con la persona que está permanentemente angustiada o con ansiedad permanente, lo que interfiere en su bienestar diario y le impide llevar una vida tranquila.
La banalizacion que se hace con frecuencia de estos términos de angustia y de depresión nos lleva muchas veces a pensar que la sociedad que vivimos adolece de cierto hedonismo y tolera mal las frustraciones cotidianas. ¡Cuantas veces hablamos de la fortaleza física y mental de nuestro abuelos, por ejemplo, que se enfrentaron a situaciones duras y épocas difíciles y siempre tuvieron un espitu de lucha y de seguir hacía adelante.
Recuperar el timón de nuestra vida y ser capaces de sacar "jugo" a la tristeza para cambiar lo que haya que cambiar, y seguir hacia delante y vivir mas positiva y cosncientemente, podría ser un buen ejerecicio personal. Lo mismo ocurre con la ansiedad que tantas veces nos atenaza en el día a día: replantearnos la vida que llevamos e intentar vivir cada día sin anticipar nada, nos proporcionaría bienestar inmediato, además de ser un buen ejercicio de realidad.
Acostumbrarnos a sentir y, a partir de ahí, a crecer interiormente, cuestionándonos por qué sentimos así y qué podemos hacer para cambiar, nos convierte en más dueños de nuestra vida.