Cuánto tiempo pasamos a los largo de nuestra vida quejándonos por las cosas que se nos presentan y no nos gustan, lo mismo que, a menudo, nos quejamos y lamentamos de que tal o cual persona nos ha hecho algo que nos parece increíble, no entendiendo su forma de actuar.
Caemos con frecuencia en la autocompasión, sintiéndonos desgraciados y rumiando una y otra vez lo que nos ha sucedido o nos han hecho. De esa manera nuestros pensamientos se vuelven circulares y nos paralizan, generándonos malestar y haciendo que nos quedemos sin saber reaccionar, aunque el hecho haya sucedido en el pasado.
Con frecuencia oímos "hay que asumir", pero no sabemos muchas veces cómo hacerlo y resulta mas confortable seguir compadeciéndonos por nuestra mala suerte .
Asumir significa aceptar lo que ha ocurrido, sea justo o no, y tomar una postura activa con nosotros mismos, coger las riendas y decirnos "adelante" ... puede ser duro, costarnos y supone hacer un ejercicio continuo de autonconvencimiento, como si se tratase de una lucha con nosotros mismos. Pero el resultado siempre es positivo: conseguimos un autocontrol, nos hacemos fuertes, sabemos que ante cualquier circunstancia dependemos de nosotros mismos. Y no de cuestiones mágicas o de buena suerte y, en definitiva, conseguimos llevar nuestra vida, lo que interiormente nos proporciona bienestar y serenidad.