ANALITYCS

domingo, 16 de octubre de 2011

Fuera lamentaciones

“Si me ocupo, no me preocupo…”, me decía hace unos días uno de mis pacientes.
Con frecuencia, cuando nos encontramos mal, esperamos a que la situación cambie pensando que tiene que ser así, sin que nosotros tengamos que intervenir en el proceso. Es como cuando tenemos fiebre y esperamos que ésta remita con el antitérmico que hemos tomado. Pero claro, cuando son cuestiones relacionadas con nuestra mente, ¿qué antitérmico nos tomamos? Todavía no se ha inventado la pastilla que produzca un cambio en nosotros y nos “guíe” sobre lo que tenemos que hacer.
No estoy hablando de procesos psicológicos depresivos o de otras enfermedades mentales, sino de aquellos sufrimientos cotidianos que nos acompañan a la mayoría de la personas, nuestras dudas, problemas y sufrimientos cotidianos que, definitivamente, influyen también en nuestro estado de animo y nos hacen vivir con dificultades y malestar.
Por eso, como me decía mi paciente, es importante recordar que solamente mi propia iniciativa y mi postura activa hacia esa preocupación, adversidad o problema, hará realmente que lo solucione.
Primero será necesario cambiar la actitud mental, evaluando hasta qué punto eso que me produce sufrimiento es real o no, o estoy anticipando problemas que todavía no han ocurrido, dramatizando innecesariamente. En segundo lugar, debo ocuparme, distraerme y centrar mi mente en otras actividades, que no sean el rumiar continuamente mi preocupación, arrastrándome a un callejón mental sin salida.
Es decir, primero controlo mi mente, me sereno y analizo realmente qué puedo hacer; luego paso a las acción, ocupándome y tomando una postura activa ante mí mismo y ante la vida que llevo. Fuera lamentaciones que no conducen más que a paralizarnos y a seguir en el malestar. Recuerde que adversidades hay muchas, pero enfrentarse a ellas siempre produce fortaleza y crecimiento interior.


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