Siempre pensamos que el cambio de las circunstancias propiciará una mejora en nosotros y esperamos, a veces, a lo largo de la vida, que de un modo milagroso eso ocurrirá: “si cambiaran en el trabajo, si tuviera más dinero, si cambiara mi relación con mi pareja, si mi profesor me hubiese aprobado…” De manera que el cambio reside en los demás y no en la elección que tenemos que hacer nosotros mismos.
Sin embargo, el cambio, para que ocurra realmente, siempre tiene que ser primero de uno mismo y, de esa manera, las circunstancias irán cambiando. El cambio siempre es del interior al exterior. Es verdad que las circunstancias y la vida en su fluir van transformándose, pero reside mucho más ese poder de cambiar las cosas en nosotros mismos.
Si yo cambio la percepción de mi trabajo, de mi pareja, de tal o cual amistad o de tal o cual circunstancia; si yo elijo pensar de otro modo sobre eso y me mantengo firme en ese pensamiento, después de haber analizado qué es lo que realmente quiero, inmediatamente se produce ese cambio, que a veces esperamos que suceda de manera mágica o milagrosa, pasándonos media vida suspirando “si me fueran mejor las cosas…”
Decídase primero por cambiar para sentirse mejor, para analizar la vida y su devenir de otra manera, para fijarse más en lo positivo y en lo bueno que sucede alrededor. Decídase por cambiar su actitud y, de esa manera, decidirá realmente su vida, el significado de la misma y cómo es. El verdadero cambio está en usted, no en el exterior sino en su manera de mirar y reaccionar ante lo que ve. Siempre existe una elección y de usted depende la misma.