El título de este artículo hace referencia a uno de los pensamientos más irracionales que tenemos las personas, y que nos hace sufrir mucho. Vivimos, en ocasiones, pendientes del qué dirán, de los convencionalismos sociales, de dar una imagen determinada y de que los demás nos den permanente y supuestamente el “visto bueno” para sentirnos bien.
De tal manera que, con mucha frecuencia, dejamos de sentirnos bien, pensando que en determinada situación hemos hecho el ridículo o que mi empleo no es lo suficientemente bueno desde el punto de vista social o que necesito caer bien a casi todo el mundo o que si he cometido tales errores, los demás me desprecian y me siento infeliz, porque siempre mi vida tiene que ser aprobada por los otros…
Caemos así en otra idea irracional, como es la de creer que para sentirnos bien, además de necesitar que los demás nos aprueben, debemos caer bien a cuanta mas gente, mejor.
Las dos ideas son absolutamente falsas y motivo de infelicidad y sufrimiento.
Primero, porque es imposible caer bien a todo el mundo: analícese usted mismo ¿Le cae bien todo el mundo? …Pues no, pues aplíquese que usted tampoco caerá bien a todos y, lo que es mejor, que eso le tiene que dar absolutamente igual, porque su valía y autoestima no va a depender de esto.
Su vida debe ser como usted quiera que sea, sin estar pendiente de esclavitudes mentales, pensando en que tiene que dar una determinada imagen social o comportarse de tal o cual manera por el que dirán.
Aplíquese la idea real de que ni el que dirán, ni caer bien, es necesario para su bienestar, porque su vida la dirige usted y no necesita que nadie le diga ni cómo, ni qué tiene que hacer, ni ser el hombre o mujer más popular del barrio.
Vivir pendiente de lo que los demás opinan, necesitando, además, su aprobación, conduce irremediablemente a sentirse mal.