¿Por qué muchas personas están siempre quejándose? ¿Por qué encuentran siempre razones para quejarse del tiempo, de lo caro que está todo, de lo aburridos que se sienten, de la soledad…? Parece que las cosas no van a ser nuna como queremos. Pero, en realidad, ¿qué queremos?
No es infrecuente que nos dejemos llevar por necesidades que nosotros mismos nos creamos y que no son tales, sino simplemente cosas o situaciones que nos gustarían, pero que realmente no necesitamos. El no tenerlas nos genera mucha frustración y, en ocasiones, cuando las tenemos también, porque nos desilusionamos enseguida, pasando a nuevas necesidades que vuelven a meternos en ese círculo vicioso y negativo.
Deberíamos entender la vida en otros términos, en términos de querer más que en términos de necesitar, y si no se puede tener, adaptarnos y seguir queriendo, deseando o soñando, pero no necesitando. Hay una diferencia muy grande entre ambos términos. La necesidad genera frustración; el deseo impulsa la ilusión de seguir adelante y de aprovechar aquello que nos da la vida en cada momento. Lo que realmente importa es la actitud que tomamos ante el devenir de los días. Ser conscientes de que todo depende de esa actitud personal nos hace fuertes y nos permite disfrutar de nuestra vida de una manera más consciente.
Si fuéramos más conscientes cada día de que inevitablemente moriremos y de que otros vendrán a sustituirnos y de que no pasará nada, de que lo importante es vivir una vida serena y en calma y dejar una estela de afecto cuando nos vayamos, cada minuto que pasara lo aprovecharíamos mejor. Pero no me refiero a hacer más, a disfrutar más, sino, simplemente, a vivir, a estar serenos y a aceptar cada minuto como es, con sol o lluvia, con tranquilidad, y dándole emocionalmente a la vida la tibieza que debemos dar con una adecuada actitud.