ANALITYCS

lunes, 2 de julio de 2012

ACEPTACIÓN Y COMPROMISO


Hay ocasiones en la vida en las que es imposible poner buena cara: enfermedades inesperadas y especialmente crueles, pérdidas de personas a las que queremos en circunstancias terribles, injusticias que sufrimos en el trabajo o decepciones dolorosas en nuestras relaciones interpersonales.
Ante estos embates que nos da la vida, no es posible poner buena cara y sonreír; quien así nos lo aconseja desconoce la realidad humana y lo que son nuestras emociones. Lo natural es sentir dolor y malestar, puesto que esas son las emociones normales y es imposible poner buena cara ante esas tormentas vitales.
Pero sí que se puede avanzar y no quedarse atascado en esos terribles situaciones que nos toca vivir.
Una de las cosas para que eso suceda, es aceptar que ese dolor que nos toca forma parte inevitable del vivir. No hay contestación posible a “¿Por qué a mi?” Porque esa pregunta está mal formulada: a todos nos toca, de una u otra manera, dado que la vida es injusta y difícil.
Aceptar la situación y reorientar nuestra vida al compromiso de, a pesar de la herida, seguir viviendo y guiarnos por nuestros valores profundos, supone que esta herida vaya sanando y que consigamos llevar una vida plena a pesar de los pesares.
Es lo que en psicología se está investigando como una nueva terapia, la ACT o terapia de aceptación y compromiso, que posibilita a la persona para que sea capaz de vivir y de ser feliz a pesar de todo.
Aceptar no significa una postura pasiva de resignación. Todo lo contrario, significa admitir que no podemos cambiar determinada situación, pero que no por ello nuestra vida se queda mermada, sino que, siguiendo los valores vitales profundos que tenemos, podemos reorientar nuestra vida para, finalmente, conseguirlos, guiándonos por esos valores que en realidad son los que nos proporcionan la felicidad. Es volver a orientarse y a recolocarse internamente para, asumiendo las heridas, poder seguir adelante.


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