Son muy pocas las personas que a lo largo de su vida no han vivido momentos difíciles: superar pérdidas, malos momentos en el trabajo, despidos, y un sinfín de situaciones injustas. Así es, fundamentalmente, porque olvidamos que la vida no es justa y, sin embargo, social y culturalmente la idea que se nos transmite es que la vida es fácil, de color de rosa y que además las cosas malas suceden, pero siempre… a los demás.
Saber distanciarse de esa situación difícil, recuperarse de la misma y seguir adelante es lo fundamental para conseguir llevar una vida plena.
Muchas personas no son capaces de hacerlo y viven grandes sufrimientos.
Por eso, saber vivir sin perder de vista nuestros valores más profundos, y proponerse objetivos claros es una de las cualidades que tienen las personas que siguen adelante.
Conseguir despegarse de lo que socialmente está impuesto y que no siempre es lo mejor, es una tarea complicada, porque sin darnos cuenta los convencionalismos sociales están tan presentes en nuestras vidas, que a veces, no somos conscientes de ellos.
Por eso es importante reflexionar periódicamente acerca de cuales son nuestros valores, de si estamos llevando realmente la vida que queremos llevar; aquí no valen excusas, hay que concretar objetivos y ponerse manos a la obra para conseguirlos.
No dejarse arrastrar por esa inercia vital que hace que lleguemos muchas veces al final de nuestra vida, sin haber sido conscientes de vivirla con plenitud.
Hay que convertirse todos los días en el artesano de nuestra vida, cuidándola y haciéndola, porque como decía Marco Aurelio “la vida de un hombre solo dura un momento y en poco tiempo todos habremos desaparecido”.