ANALITYCS

domingo, 23 de septiembre de 2012

EXPECTATIVAS


Con frecuencia infravaloramos las expectativas que tenemos con respecto a lo que nos va sucediendo en el día a día, sin darnos cuenta de que dichas expectativas condicionan seriamente nuestro bienestar y así, con la tendencia que tenemos los humanos a anticipar toda clase de acontecimientos con expectativas catastrofistas, no es infrecuente que nos encontremos ansiosos antes de emprender determinada tarea o antes de enfrentar una situación que nos preocupa.
Es un requisito fundamental no equivocarse con las expectativas; es decir, estas siempre tienen que ser realistas, cosa que a las personas nos cuesta bastante “ajustar”.
A veces, nos perdemos en ensoñaciones fantásticas, por ejemplo, cuántas veces sucede esto en temas amorosos, porque, además, la cultura en la que vivimos ayuda a ello o, por el contrario, nos vemos mentalmente sumergidos en catástrofes donde nuestra persona sufre humillaciones y terribles pérdidas hasta llegar a autocompadecernos tanto que caemos es estados depresivos.
Ajustar bien las expectativas, con lo que realmente es, es muy importante para sentirse bien.
Por eso, olvídese de formulas mágicas y de pensamientos tontorrones en los que intentamos autoconvencerrnos de que el universo está de nuestro lado. Nada de todo esto está comprobado científicamente que dé resultado y no deja de ser un voluntarismo que a veces raya en el simplismo.
Lo importante y lo que sí da resultado es enfrentarse a la realidad con la firmeza interior de que hay que vivir cada día con un ánimo optimista, convencidos de que hay dificultades y adversidades, reales, que quizás nos toque enfrentar, pero que lo haremos cuando estás de verdad lleguen, sin anticiparlas si no han sucedido y con la seguridad de que, cuando sucedan, realmente haremos todo lo posible para enfrentarlas, puesto que como hemos tenido expectativas realistas, éstas no han minado nuestra confianza en nosotros mismos y nuestra serenidad.


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