Las personas negativas tienden a ver su vida y los acontecimientos que suceden siempre a través de un filtro en el que la insatisfacción, la decepción, y cierta amargura, empañan su presente y también su futuro, como si estuvieran presos de unas circunstancias que creen inmodificables y que les hacen ver la vida, en general, como una decepción constante, con una falta de alegría y una amargura, que les impide disfrutar a ellos, pero que también alcanza a las personas que les rodean, que terminan muchas veces agotadas, intentando demostrarles que no es así y que deben tener otra mirada.
Todo el sufrimiento que padecen y esa actitud negativa, que hace que no vivan realmente, porque nada les satisface, les conduce muchas veces a una autentica soledad real, porque es difícil estar la lado de alguien que siempre se esta quejando y que terminar por amargar.
Sin embargo, es fácil salir de esta situación mental, parándose a pensar que realmente es su percepción de la vida lo que le hace infeliz, no la vida y los acontecimientos, y es importante darse cuenta de que a veces funcionamos con unos esquemas mentales que no son reales y que damos por buenos, sin pararnos a pensar en si realmente son así.
Para ir cambiando esos esquemas, es importante que la persona negativa empiece por escribir a menudo como se siente e ir diseccionando realmente esos sentimientos, que pueden parecer muy ciertos, pero que generalmente están magnificados y, sobre todo, dramatizados.
De la misma manera debe, para sentirse mejor, mirar si las circunstancias que le rodean son tan trágicas o mediocres como cree, y someterlas a un juicio más realista y, por lo tanto, desdramatizarlas también.
Además, debe ejercitar su mirada en ver realmente todas las cosas y personas buenas que tiene a su alrededor, los momentos agradables, para finalmente darse cuenta, con estos ejercicios y algunos otros, que la verdadera felicidad y bienestar se encuentra en la mente de cada uno y en la actitud como enfrentamos el día a día.
