Hoy quiero escribir sobre un tópico. Muchas personas creen que los psicólogos, y en general los especialistas en salud mental, vivimos tranquilos y serenos como si nuestros estudios nos protegieran y nos hubieran dado la clave de cómo vivir bien, sin problemas y serenamente.
Desengáñese ¡no es así! Nosotros, como seres humanos que somos, tenemos nuestros problemas y dificultades y, en muchas ocasiones, conocer bien la teoría no supone inmediatamente aplicar en la practica.
Ser terapeuta no supone protegerse del sufrimiento y tener siempre una buena salud mental. No impide que, a veces, tengamos desaliento y que haya frustraciones y desorden en nuestra vida. Pero lo que sí es verdad es que, como conocemos científicamente las técnicas y actitudes que hacen que no nos hundamos, como sabemos lo que hay que hacer, nos esforzamos muchísimo en hacerlo y en ponerlo en práctica y comprobamos que aquello que aconsejamos a nuestros pacientes da resultados 100%... porque antes lo hemos probado en nosotros mismos.
Con perseverancia y humildad muchos de nosotros tenemos ansiedad, momentos bajos, depresión, cometemos errores… y toda clase de sufrimientos.
Pero sí es verdad que el hecho de haberlo estudiado, de haber indagado en profundidad en el alma humana, nos hacer ser perseverantes y humildes, también para entender que todos, TODOS, estamos hechos de carne y hueso y que todos lloramos y sufrimos, reímos, sufrimos frustraciones y penalidades, y que TODOS podemos comprender y vivir mejor nuestra vida, con la firme convicción de que depende de nosotros mismo el hacerlo; Eso sí, en determinados momentos en que solicitamos ayuda, siguiendo las pautas y consejos que profesionales como somos los psicólogos conocemos bien, pero siempre siendo nosotros los que nos comprometamos a hacerlo sintiéndonos los dueños de nuestra vida.
