Nos pasamos gran parte de nuestra vida preocupados por infinidad de cosas. A veces, nos imaginamos problemas futuros o fantaseamos con ideas no necesariamente negativas, pero falsas, y siempre creyendo que, si eso sucede, de alguna manera vamos a estar prevenidos o nuestras vidas cambiarán milagrosamente... Creemos que como hemos previsto esas catástrofes en nuestra mente, sufriremos luego menos o fantaseamos con ideas poco realistas, a veces mágicas, que nunca sucederán.
Tanto la anticipación negativa como ese fantasear nos conducen invariablemente, por un lado a sufrir de antemano y, por otra parte, a perder la visión objetiva de lo que podemos hacer, frustrándonos.
Las preocupaciones pasadas, como las futuras, nos generan ansiedad y soñamos con una vida mejor, perdiendo un presente en el que es posible actuar y sentir realmente.
Como dijo John Lennon “la vida es eso que sucede mientras estás ocupado en hacer otros planes”. Mientras estamos ocupados pensando en desgracias futuras, los días pasan, perdemos la oportunidad de reír, de estar activos, de disfrutar de la gente que tenemos cerca y de concentrarnos en el presente, que es lo que realmente tenemos. Mientras nuestra mente divaga en ensoñaciones varias, perdemos también ese presente tan valioso y no hacemos lo que realmente podríamos hacer.
No podemos vivir nuestra existencia como si fuera un ensayo de algo que sucederá en el futuro o no sucederá nunca.
Practique vivir el momento presente. Fije su atención en el aquí y ahora. Además de disfrutar de su presente se librará de sus miedos, porque cuando la atención se centra en el momento presente la mente se libera de los miedos, que casi siempre son temores por acontecimientos futuros desgraciados.
Practique y verá que el esfuerzo de vivir el presente merece la pena porque lo que se consigue es serenidad y confianza en uno mismo.
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