Hay situaciones en la vida muy difíciles y algunas personas tienen que soportar dolores crónicos, enfermedades incapacitantes y pérdidas afectivas muy dolorosas.
En esas situaciones tan dramáticas y duras que en ocasiones nos toca vivir, hay personas que experimentan depresiones profundas, pero que después de un tiempo y con ayuda terapéutica son capaces de restablecerse emocionalmente, madurar y seguir con su vida con niveles de bienestar y sentido de realización.
Son esas personas que nos admiran por su talante optimista, a pesar de sus severas dificultades o porque son capaces de aprender del sufrimiento. De sacar lo bueno de lo malo. Y así, son capaces de ver luz donde a los espectadores que somos los demás nos parece que nunca más la va a haber.
Nos llenan de admiración y nos cuestionamos si nosotros seríamos capaces de, en sus circunstancias, actuar de esa manera y de sentirnos así, retomando, en definitiva, una vida que parecía acabada tras padecer la adversidad.
Contactar con los valores propios y con lo que realmente es importante en nuestra vida puede ayudar a muchas personas a plantearse el seguir adelante, en vez de tirar la toalla. De esa manera, recuperamos el camino importante que tenemos que seguir y damos a nuestra vida el sentido que realmente queremos. Tomamos de nuevo las riendas, cuando parecía que todo iba a la deriva.
A pesar de la depresión y de los pensamientos negativos, sombríos, que todos experimentamos cuando padecemos un dolor crónico, una enfermedad incurable o cuando alguien a quien queremos no está, es fundamental seguir adelante con nuestra vida. Por eso, conectar con lo que realmente importa, con lo que da sentido a nuestra existencia, supone afrontar esa adversidad y, a pesar de que sea nuestra compañera de vida, poder vivir nuestro día a día con bienestar y con el sentimiento profundo de manejar nuestra existencia como nosotros queremos.
Apostar por seguir adelante, nos permite serenarnos y transformar el sufrimiento en crecimiento personal.