Algunas personas sufren dolor crónico y cada día les supone un esfuerzo levantarse y enfrentarse a un día en el que el dolor les va acompañar todas las horas, pero nunca solo, sino acompañado también de tristeza, sentimientos de inutilidad, perdida de ilusión, incomprensión… y un buen número de emociones más que hacen que a su vez aumente más el dolor y la percepción que tenemos de él, por el contenido negativo de estas emociones.
El dolor crónico es un síntoma común a diversas patologías, como pueden ser las lumbalgias, fibromialgias, cefaleas, etc.
Sin embargo, cada vez son más las investigaciones que demuestran que aplicando una serie de técnicas psicológicas es posible mejorar y salir de ese círculo negativo de dolor físico y sufrimiento emocional, consiguiendo que las emociones negativas desaparezcan y el dolor disminuya.
Una de las más eficaces es ser conscientes de la potencia que tiene nuestro pensamiento para activar más el dolor. No hay nada peor que tener pensamientos negativos de tipo catastrofista para que el dolor parezca todavía más insoportable.
No se trata de no pensar en el dolor, sino de ser capaces con pensamientos más racionales y realistas de eliminar esas ideas catastrofistas que hacen que nuestro dolor aumente y nos parezca insoportable. Esto exige un entrenamiento cognitivo, que aunque al principio no es fácil, una vez que se aprende, resulta muy efectivo.
Es importante también ser capaces de seguir llevando una vida en la que las actividades placenteras estén presentes y en la que nos encontremos activos, sabiendo delegar, pero manteniéndonos activos, evitando la apatía y el vivir el día a día como un sobreesfuerzo que hay que hacer.
Será también importante conectar con nuestros valores internos, es decir, que aún con dolor y aunque algunas de las actividades que antes llevábamos a cabo ahora no podamos hacerlas, conectemos internamente con lo que realmente importa y seamos capaces de seguir disfrutando de la vida.
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