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| Imagen: Pixabay |
Es frecuente que algunas personas nos digan: “Es que no soy capaz, no tengo fuerza de voluntad, no puedo”…En realidad, detrás de esta idea está, por un lado, el temor a dar pasos, el miedo que atenaza la mente y nos hace creer que, si lo intentamos, va a suceder algo catastrófico y que no vamos a ser capaces de soportarlo.
Otras veces, detrás de esta idea se encuentra la falta de confianza en uno mismo, el creer que los demás son diferentes, y siempre mejores, y que uno es un pobre desgraciado que ha venido a sufrir a este mundo.
Tanto una idea como la otra, al final, se retroalimentan, encerrándonos en un círculo negativo en el que seguimos con comportamientos e ideas que nos hacen tener pensamientos y acciones que se vuelven contra nosotros.
Nos saboteamos y al sabotearnos volvemos a caer en esos comportamientos respecto a los cuales nos sentimos incapaces de enfrentar o cambiar, de tal manera que nos decimos “Ves, si ya sabía yo que no soy capaz” y así una y otra vez, anclándonos en pensamientos y comportamientos negativos que se retroalimentan.
Si hacemos lo que siempre hacemos, no podemos pensar que vamos a obtener… más que lo que siempre hemos obtenido.
Es decir, si de verdad queremos cambiar tendremos que lanzarnos y probar cosas nuevas, porque si no, por arte de magia o por la conjunción de los astros…no vamos a conseguir nada.
Entonces, ¿cómo tener valor y lanzarse?, ¿cómo ejercitar esa fuerza de voluntad que tiene todo el mundo… menos yo?
Plantéese la pregunta: “Si ocurriese lo peor haciendo tal o cual cosa de diferente manera a como la lleva haciendo, si se lanzase a hacer algo nuevo… ¿sería capaz de soportarlo?”
La respuesta siempre es que sí. Los temores vagos y tremendos se convierten en obstáculos que podemos enfrentar si somos capaces de lanzarnos a hacer cosas nuevas.
Nada hay tan terrible como la inacción y estar presos de comportamientos que nos causan infelicidad. Decídase y adelante. Siempre se puede.
