ANALITYCS

sábado, 5 de octubre de 2013

LAS INJUSTICIAS DE LA VIDA


Uno de los errores que cometemos con bastante frecuencia es pensar que en algún momento la vida será justa. Nos autocompadecemos, sentimos lástima por nosotros mismos y cuando alguna adversidad nos sucede, nos decimos y hablamos entre nosotros, quejándonos de las injusticias de la vida.

Pero, en realidad, la vida nunca ha sido justa, ni parece que lo vaya a ser. Hay acontecimientos y situaciones que se escapan a cualquier razonamiento y que por mucho que nos rebelemos o enfademos no conseguiremos cambiarlos.
Parece que es algo consustancial al ser humano y a pesar de que pasen los siglos y haya grandes mejoras en nuestros hábitos de vida, avances científicos y tecnológicos, sigue habiendo grandes injusticias que nunca entendemos y que, cuando nos tocan, hace que con frecuencia nos rebelemos, enfademos con el mundo y sobre todo… nos autoconpadezcamos.
Pero lo cierto es que nadie nos había dicho lo contrario. Es decir, crecemos con la idea de que la vida es fácil y de que es justa y de que pone a cada uno en su sitio… pero luego la propia vida se va encargando de demostrarnos que no es así.
Pensar que la vida no es justa, que es difícil, y tenerlo presente en nuestra mente, resulta liberador y ayuda a que podamos asumir los infortunios que se nos van presentando a lo largo de ella, y que seamos capaces de asumirlos y seguir adelante.
Resulta liberador saber que la vida no es justa porque, de esta manera, aprendemos a vivir más el presente y los momentos buenos que tenemos, sin perder de vista que la adversidad puede tocarnos, pero que, como somos conscientes de que eso puede suceder, nos va a coger bien armados de energía y de fuerza para poder enfrentarlos.
La vida no tiene por qué ser perfecta, el que lo sea o no depende realmente de uno mismo y de que sea capaz de llevar su vida como realmente quiera. Es decir, asumiendo los infortunios, pero sobreponiéndose a ellos y siguiendo adelante.
Podemos decir que no podemos elegir la cartas que nos tocan, pero sí lo que hacemos con ellas una vez que “nos” las han repartido. Y ahí reside nuestra fortuna, en que sepamos hacer con nuestra vida lo mejor que podemos hacer. Sin sentir lastima de nosotros mismos y sin quejas que nos paralizan.
El hecho de que la vida no sea justa no quiere decir que no hagamos todo lo que podamos a lo largo de nuestra vida para luchar y conseguir que lo sea algo más. Pero huyendo siempre de la lástima, que es una emoción muy negativa que nos derrota y paraliza. Cuando aceptamos que la vida no es justa, lo que sentimos es compasión por nosotros mismos y por los demás, y eso es lo que nos hace avanzar y luchar para conseguir un mundo mejor y una gran serenidad personal.


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