ANALITYCS

domingo, 17 de noviembre de 2013

ALGUNAS IDEAS IRRACIONALES QUE NOS CAUSAN INFELICIDAD

R. me cuenta cómo, cuando está trabajando, se llena de ansiedad porque no es capaz de decir a su compañera o a su jefa que no entiende lo que en ese momento igual le dicen sobre algo que tiene que hacer.
Además, me dice que no pide ayuda nunca, porque cree que si lo hace inmediatamente los demás pensarán que no está capacitada para el trabajo.
Cree que tiene que ser autosuficiente y, a pesar de que sabe que todos cometemos errores y que nadie es perfecto, sin embargo, se exige a ella misma unos niveles de perfección, de llegar a todo y de saberlo todo, que no exige a los demás.
No se permite decir que no, porque cree que, si lo hace, los demás pensarán que es una antipática y mala compañera... con lo cual se somete a jornadas laborales interminables porque siempre es la última en salir del trabajo y la primera en llegar para “ir avanzando” acabando el día agotada física pero, sobre todo, mentalmente y viviendo toda la vida angustiada. Apenas duerme, llegando incluso a soñar con el trabajo y teme el domingo por la tarde porque de nuevo empieza la pesadilla que durará toda la semana.
No se da tregua.
Este relato que les escribo corresponde a una de mis pacientes que acude a la consulta con una serie de síntomas ansioso-depresivos y con mucho malestar.
Las creencias acerca de que siempre debemos tener la aprobación de los demás, de que nunca debemos decir que no y de que es necesario gustar a todo el mundo y no pedir ayuda porque los demás pensarán que no valemos, son algunas de las ideas irracionales que más dolor emocional nos causan.
Son ideas irracionales porque son absolutamente falsas, fuera de la realidad.
Es imposible gustar a todo el mundo, o caer bien a todos. Esforzarse por hacerlo solo nos conduce a una espiral de malestar asegurado con grandes dosis de ansiedad. Cuando pedimos ayuda, nunca, nunca, demostramos debilidad, sino, simplemente, humanidad. Y eso es lo bueno, porque si no nos mostramos como lo que somos, seres humanos, ¡menuda faena nos hacemos!
Este mundo es de personas de carne y hueso, reales, y en esos seres humanos reales que somos nos tenemos que ver como imperfectos, limitados y también geniales... pero con dosis de humanidad a raudales, porque eso forma parte de nuestro carácter único, humano e irrepetible.
No se esmere por lo tanto en ser perfecto, sino en ser más humano, que realmente es lo que cuenta. Esto no es incompatible con el trabajo diario que deberemos hacer todos por mejorar y hacer las cosas mejor y crecer, pero no exigiéndonos perfeccionismos inútiles e imposibles.
Debe decir “no” porque de lo contrario abusaran de usted, que no pone límites, hará cosas que no quiere hacer y se sentirá muy mal. Decir “no” es indispensable para defender nuestros derechos y mostrar nuestro criterio, pero también para sentirse bien. Los límites son necesarios. Si esto provoca que alguien le rechace, no se entristezca... es que esa persona no interesaba, porque cualquier ser humano tiene que saber que tiene derecho a decir “no” y que si eso le granjea antipatías, no quiere decir que tenga que cambiar, decir que sí a todo y dejarse manipular.
Piense más en usted y menos en los demás.
Esto no quiere decir que vaya pisando cabezas sino, simplemente, que se preste más atención y no esté tan atento a la reacción de los demás. No es egoísmo desaforado, sino, simplemente, bienestar para sí mismo.


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