En estas fechas es frecuente que en los medios de comunicación alerten sobre el “consumismo feroz” en el que, al parecer, caemos las personas o en la alegría incontrolable simplemente porque es navidad o en creer que el año que viene será muy bueno y cambiaré haciendo propósitos diversos de un día para otro que nunca se van a cumplir… estas y otras ideas las oímos machaconamente año tras año y hay incluso personas que odian la Navidad porque en su opinión, hay que estar alegre “por decreto”.
Sin embargo, yo tengo la suerte de conocer a alguna persona, que a pesar de sentir una profunda tristeza por la ausencia de una persona a la que quería, será capaz de sonreír y esforzarse por participar en una comida o, simplemente, ser amable con la persona que se sienta a su lado en la cena.
Conozco también a personas que a pesar de que un familiar ha sido injusto con ellos y les ha tratado claramente mal, harán un esfuerzo y le recibirán en casa con los brazos abiertos y el corazón sereno.
Conozco a personas que, a pesar de las dificultades económicas de estos tiempos convulsos en los que vivimos, controlarán los gastos y no por eso dejarán de disfrutar y de hacer disfrutar a los suyos.
Conozco a personas que a pesar de los miedos terribles que les atenazan el corazón, cada día se esfuerzan por seguir adelante y, en estas fechas, se esforzarán, además, por acompañar y ayudar a los que tienen cerca con buen ánimo y voluntad.
Conozco a personas que a pesar de padecer enfermedades reales y dolores físicos incapacitantes, no dejan de proponer actividades a sus nietos o hijos para que se sientan bien.
Conozco a personas que a pesar de vivir un profundo y triste desamor, serán capaces de ser generosas con su ex pareja y compartir unos hijos estupendos a los que los dos quieren ver felices.
Y creo que estas personas de las que les hablo, y que yo tengo la suerte de conocer en mi consulta, representan el verdadero espíritu navideño. Aquel que nos impulsa, ahora, pero en realidad todos los meses del año, a seguir adelante a pesar de las dificultades, aquel que es capaz de, a pesar de las heridas, proponerse metas y conseguir sanar el dolor.
Aquella actitud que empuja a vivir cada día con buena voluntad.
A todos vosotros que cada día, cuando hablamos, me transmitís esa capacidad de esfuerzo, de cambio, de querer seguir adelante y valentía, os deseo de corazón Feliz Navidad, porque es vuestra buena voluntad la que, realmente, la hace feliz.
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