Hace unos días hablaba con una de mis pacientes. Hace unos meses, ella que es una mujer vital y fuerte se ve incapacitada por una terrible enfermedad de la que, gracias a su tesón, fuerza y al buen hacer de los médicos, consigue recuperarse.
Me contaba que hablando con sus amigas, éstas le insistían, seguramente con la mejor de las intenciones, sobre la suerte que habido tenido de quedarse bien, sin secuelas, después de una rehabilitación y trabajo que había hecho con mucha fuerza de voluntad.
Ella, que es una mujer inteligente y buena, respondió: “De suerte, nada”.
¡Qué razón tiene! Realmente, tener suerte hubiera sido que no le hubiera pasado nada y que no hubiera tenido que enfrentarse a esos momentos tan terribles. Su tesón y trabajo en la rehabilitación posterior que tuvo que llevar cabo y su empeño para seguir adelante tampoco es suerte. Es fruto de la constancia y de las ganas de dejarse arrastrar de nuevo por la vida y disfrutar de ella.
En ocasiones, algunas personas, a veces con la mejor de las intenciones, nos dicen cosas que no solo no nos animan sino que denotan claramente falta de empatía. La suerte no existe. Lo que existe, como en el caso de N., es un esfuerzo diario por agarrarse a la vida y por seguir adelante. Un esfuerzo y tesón cultivado y trabajado durante toda su vida.
El mismo esfuerzo y tesón que tiene K. que, a pesar de los agobios y miedos, consigue ordenar a su mente para no volver a sentirlos. O C. a la que diagnostican de depresión, después de una gravísima operación, y con su tesón se encarga de demostrarnos que no necesita medicación y que la mejor pastilla es la actitud de lucha y búsqueda de sus sueños que ella mantiene.
O Y., que pasando un momento de ruptura difícil, es capaz de esforzarse por no tirar la toalla, tratando con cariño a los que tiene cerca, haciendo bien su trabajo y disfrutando de buenos paseos por el monte. Y tantos ejemplos más…
Porque realmente a las personas nos pueden quitar todo, padecer graves infortunios, enfermedades terribles, pero lo que depende absolutamente de nosotros y que nadie nos puede arrebatar es la actitud que vamos a tomar ante esas situaciones o infortunios que la vida nos da.
Esa es la gran baza, la llave de nuestro bienestar. Esa actitud que depende únicamente de nosotros. Hacer uso de esa actitud nos convierte en poderosos, porque somos realmente los artífices de nuestra vida. Y con esa actitud haremos de nuestra vida lo que queramos que sea.