Uno de los pensamientos negativos que más malestar nos producen es la anticipación, también negativa, que generalmente hacemos cuando pensamos en el futuro.
Pocas veces tenemos pensamientos acerca de nuestro futuro en positivo. Generalmente, las ideas que nos vienen a la cabeza son ideas siempre grises, cuando no negras, o acerca de posibles inconvenientes que se nos van a presentar, convirtiéndose en muchas ocasiones estos inconvenientes en catástrofes que creemos que irremediablemente van a suceder.
Pensamos con frecuencia que el pensar de esa manera tan negativa y catastrófica nos protege de posibles adversidades, que así evitamos, o al menos si ocurren estaremos más preparados para enfrentarlas.
Pero ninguna de las dos afirmaciones es cierta.
Pensar en negativo acerca de nuestro futuro nos genera una gran ansiedad y nos pone además en la peor disposición para enfrentarlo.
Primero, porque nada de lo que anticipamos ha sucedido, pero con esos pensamientos nos quitamos fuerza y generamos ansiedad. De alguna manera, nuestra visión del mundo se torna gris o con negros nubarrones y enfrentarnos a situaciones o problemas se hace difícil.
Pensar sobre nuestro futuro nos quita también fuerza del presente, sin centrarnos por lo tanto en todo lo que somos capaces de hacer y resolver en el día a día.
En ocasiones, también posterguemos las cosas que podríamos hacer en el presente “ya lo haré mañana“ y ese mañana nunca llega.
Todos tenemos la vivencia de días en los que estamos muy atareados y que estamos conectados con ese presente sin pensar en nada más. La vivencia de que hoy no he tenido casi tiempo ni de pensar de lo ocupado que estaba. O de momentos o días estupendos en los que hemos disfrutado muchísimo y que luego recordamos con melancolía. O, por el contrario, días aciagos en los que la tristeza ha empañado todo y que al recordarlos hacen que el corazón se nos encoja.
Cada día tuvo su pensamiento, sus momentos y cada día ha sido y será diferente.
Lo pasado se fue, el futuro no ha llegado y, en realidad, el presente es lo único que nos pertenece. Por eso no haga grandes planes en su cabeza a largo plazo ni pierda el tiempo anticipando posibles problemas que igual no ocurren nunca.
Aproveche el presente y viva cada día intentando ser consciente de que hoy el mundo será lo que usted quiera; que tiene este día por delante para vivirlo y hacer. Que será un buen día. Porque se enfrentará a los problemas que surjan e intentará resolverlos con la confianza que da el saber que es usted el dueño de sus pensamientos y que, pase lo que pase, será su actitud la que determinará el grado de bienestar y serenidad, y el día será uno más en el que se ha encontrado bien.