Cuando sientas que todo es difícil, que las cosas te han salido mal; cuando te veas sola/o y triste y pienses que la vida es difícil… cuando los días se hagan cuesta arriba y parezca que nunca va a cambiar tu bajo estado de ánimo; si crees que tus días son grises… párate a mirar bien.
Piensa en que todo depende de ti, que aunque eches de menos a quien quieres, y no está, seguirá presente si lo llevas en tu mente y en tu corazón.
Que aunque la vida no es fácil y es, sí, tremendamente injusta, siempre tiene momentos buenos. Recuerda los paseos que diste y darás, los sonrisas que te provocaron y volverás a esbozar, los momentos en los que creíste que el mundo sonreía, esos pequeños placeres cotidianos que todos tenemos a mano…
Recuerda que ya que estamos aquí, y precisamente por eso, debemos seguir adelante. Nos lo debemos a nosotros mismos por el tiempo que nos es concedido y que, sin embargo, a otros les es negado. Tenemos la obligación de seguir adelante, en este indulto que nos concede la vida para seguir viviendo nuestros días.
Nos debemos a nosotros mismos el poder sonreír y mirar hacia adelante.
Porque siempre hay cosas buenas, buenas personas con las que nos cruzamos en la vida. Personas que tienen las mismas tristezas que las nuestras, con las mismas inquietudes y miedos, los mismos anhelos.
Cuando sientas que no merece la pena seguir y la tristeza invada tu corazón, ante los desengaños y decepciones, párate a mirar y sigue adelante. Piensa en todo lo que tienes por delante, tantas y tantas posibilidades que se te presentan. Sé consciente de que cada día lo escribirás tú con tu actitud y únicamente con la fuerza de tu voluntad y el empeño de tu corazón.
