Tengo 54 años y quisiera compartir con ustedes cincuenta y cuatro cosas que me ha enseñado la vida; aquí van unas cuantas…
1ª. La vida no es justa; es difícil y nada se consigue sin esfuerzo. Mejor que perder el tiempo en pensamientos mágicos es invertir esfuerzo y constancia en intentar conseguir lo que uno quiere. Emplearse a fondo, formarse y seguir haciéndolo es la mejor inversión que se puede hacer... es decir, invertir en ti mismo.
2ª. Nunca hay que estar pendiente de la aprobación de los demás. Se pierde mucha energía y, además, es imposible contentar a todo el mundo. Siempre habrá personas a las que no gustaremos y a otras sí… por lo tanto, intentar ser coherente con lo que se piensa y se siente, y ser fiel a uno mismo, es lo mejor que podemos hacer.
3ª. Manejar los pensamientos será la mejor manera de conducir nuestra vida. Puesto que lo que pienso, siento, y lo que siento, hago. Empezaré por pensar bien.
4ª. Intentar con mis pensamientos resolver los problemas que se me presenten, manejando así la emoción, e impidiendo que se desboque ante el acontecimiento que nos toca enfrentar.
5ª. Intentar no anticipar en negativo y no dramatizar. Ante los problemas, generalmente siempre hay soluciones y, aunque no encontremos la solución perfecta, también hay otras que valen.
6ª. Rodearse de gente que sea positiva y que aporte serenidad. Mantenerse alejados de gente tóxica, negativa y criticona, porque desgastan y generan malestar.
7ª. Ser indulgente con todas las personas que se cruzan en mi vida; todos creemos que hacemos lo correcto y, aunque me parezca increíble, el otro cree que acierta. Lo cual no quiere decir que deje que me pisoteen.
8ª. Ser asertivo y decir lo que pienso, siento, opino… con el único límite del respeto a los demás.
9ª. De la misma manera, poner los límites claros cuando sienta que el otro no me respeta o me agrede.
10ª. Intentar vivir el presente, siendo consciente de que es, realmente, lo que tenemos.
11ª. Las decepciones, desengaños o desamores, duelen, pero todos nos recuperamos si no nos dejamos llevar por la autocompasión y empezamos a valorarnos nosotros mismos.
12ª. Nada de comparaciones: la única comparación válida es la que establecemos con nosotros mismos.
13ª Empezar cada día convencidos de que va a ser un buen día, con sus dificultades y momentos buenos y que será nuestra actitud la que determine, únicamente, nuestro bienestar.