“La fuerza curativa natural que habita dentro de cada uno de nosotros es la mejor arma que tenemos para recuperarnos” (Hipócrates)
Esta cita de Hipócrates (padre de la medicina en el año 400 a. C) es tan actual y, sobre todo cierta, como la formuló hace muchos siglos.
Cada vez son más los estudios científicos que demuestran que los pensamientos y la actitud que tenemos ante las enfermedades que podemos padecer, influyen en la curación de las mismas y, en muchas ocasiones, cuando estas enfermedades no son curables, en poder vivir más tiempo o también en vivir en mejores condiciones.
Las emociones que sentimos juegan un papel fundamental en la historia de las enfermedades que padecemos.
Nuestra salud es un compendio de lo biológico, lo psicológico y lo social, y es el equilibrio entre estos tres aspectos lo que nos hace sentir realmente bien.
En mantener este equilibrio tiene vital importancia los valores que tenemos, la parte espiritual, que se enmarcaría en lo psicológico.
La espiritualidad, independientemente de la creencia o no, asociada a la religión, hace referencia a los grandes valores que debemos tener y que nos conectan indefectiblemente con lo demás seres humanos.
Los valores nos dan estabilidad y, cuando nos ponemos enfermos, serán estos valores los que nos ayudarán a sobreponernos y seguir adelante.
La atención del cuerpo corresponderá el médico y la de las emociones a la psicología que, con la terapia, nos ayudará a sentirnos mejor.
Nuestros valores, aquéllos que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida, esa espiritualidad que no nos hace perder el rumbo, que se basa en la empatía y el respeto, en la conexión íntima y profunda con la naturaleza del hombre, nos ayudará a apoyarnos solidariamente y a sentir y dar la esperanza y el amor que nos conecta con todos los seres humanos, estemos donde estemos y sean quien sea.
Sentir esa espiritualidad y esa conexión humana, saber que nuestro paso por esta vida tiene que dejarnos un poso de serenidad profundo, nos servirá para enfrentar mejor todo lo malo que nos toque vivir.
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