Un pensamiento que a veces nos atormenta es pensar qué será de nosotros. Con frecuencia imaginamos dificultades e incluso situaciones muy duras… con lo que el futuro, al que todavía no hemos llegado, se nos aparece como oscuro y lleno de dificultades, hasta a veces tenebroso… y con ese pensamiento nos sobrecogemos y nos encontramos mal.
Le propongo que se imagine un puente, un puente que usted mismo tiende entre el aquí, el ahora y el futuro. Y que se vea en ese puente atravesándolo tranquilamente, rodeado de un bosque frondoso. Cierre los ojos e imagínese andando, notando el calor y la suave brisa que le rodea. Imagine que ese puente le conecta con lo que usted ha sido, lo que ha ocurrido en su pasado. Usted mira hacia el futuro. Abandona su posición de víctima y deja de quejarse o de condenarse por los errores cometidos, por aquellos momentos en los que algo salió mal. Abandona también en ese pasado a las personas y situaciones que le hirieron y sigue inevitablemente caminando y fijándose en todo lo que tiene delante.
Deja atrás las frustraciones y mira el futuro teniendo una visión detallada de él. Los proyectos que quiere llevar a cabo, las personas que le gustaría conocer, los sitios a los que quiere viajar… los cambios, en definitiva, que quiere ir promoviendo poco a poco en su vida. Piense en cómo quiere que le recuerden cuando ya no esté en este mundo, qué legado dejará para la gente que le conoce.
Renuncie a cambiar el pasado… no gaste energía en ello ¡es imposible!
Invierta toda la energía en vivir el presente, caminando hacia un futuro que usted debe escribir.
Enfrente el día a día de manera realista y optimista; encuentre un sentido positivo a la situación que le toca vivir, aunque a veces sea desagradable. Decídase por actuar y siga avanzando por ese puente que le conduce a crear serenidad en su día a día.