Con frecuencia me preguntan qué es lo que determina que algunas personas sean muy voluntariosas, es decir, que tenga una tenacidad y una fuerza de voluntad que les lleva a conseguir sus objetivos y a alcanzar metas que a otros parecen imposibles. Y en casi todas las ocasiones no es el verse agraciado con una u otra cualidad, sino que es la determinación lo que va a diferenciar a una persona de otra. A la persona que tiene éxito y consigue lo que se propone de la que no.
No es la suerte la que determina el éxito en la vida, entendiendo por éxito hacer aquello que nos proponemos y conseguir nuestras metas. Lo que nos lleva a alcanzar los objetivos que nos hemos planteado es algo que está al alcance de todos y es esa actitud que lleva a no rendirse nunca. Pero nunca, nunca, nunca. Es la actitud de que, a pesar de los fracasos, hay que seguir adelante y que asume que, hasta el último aliento de nuestra vida, toda está por escribir.
Tenemos ejemplos cotidianos de personas que han afrontado terribles adversidades y han salido victoriosas de ellas. Hay que decidir interiormente que nada, ni nadie, puede detenernos. Que vamos a conseguir aquello que nos proponemos y, a partir de ahí, perseverar.
Las personas de carácter, entendiendo por éste la capacidad de enfrentarse a los problemas, la determinación y la fuerza de voluntad, la principal herramienta que utilizan es ejercitar el denuedo y el arrojo. El seguir, el continuar y el no rendirse.
Podemos decir que el carácter es como un músculo, y a cada uno nos corresponde, cada día, ejercitarlo. Y la manera de fortalecerlo es robusteciendo la fuerza de voluntad. La disciplina, tan denostada en estos años, es importantísima para practicar y practicar y vigorizar la tenacidad.
La autodisciplina, aquella que nos ayuda a ser tenaces y a conseguir nuestros objetivos, fortalece, cuanto más la practicamos, nuestra autoestima. Nos da seguridad personal y nos convence de que, en realidad, en esta vida podemos con todo. Por muy difícil que sean los momentos difíciles que suframos y las tormentas que arrecien.
Y es que con autodisciplina y tenacidad siempre, al final, sale el sol.