Con frecuencia, tendemos a exagerar todo lo que nos sucede. Y, en muchos casos, anticipamos catástrofes que solamente existen en nuestra mente, causándonos un gran malestar.
En la mayoría de los casos, lo peor que pude pasar, puede ser muy grave, sí, pero tampoco será el fin del mundo. Y, probablemente, las cosas sigan su curso y nosotros tengamos que seguir adelante.
De las épocas difíciles es mucho lo que podemos aprender. Si miramos hacia atrás nos daremos cuenta de que así ha sido y de que, a lo largo de nuestra vida, nos ha tocado lidiar con situaciones y personas complicadas y difíciles.
Una persona equilibrada y sensata será aquella que aprende de esas situaciones difíciles. Las épocas difíciles son valiosas experiencias que a veces solamente logramos ver con el paso del tiempo. Cuántas veces sentimos lo mal que lo pasamos y lo que sufrimos y, sin embargo, que fuimos capaces de seguir adelante, a pesar del poso de tristeza que dejan las experiencias amargas.
Los desastres son menos desastrosos si no añadimos autocompasión y dramatización. No siendo situaciones fáciles, las resolveremos mejor y nos sentiremos mejor si dejamos de añadir dramatismo, y somos sensatamente racionales.
Intentaremos centrarnos en la solución sin caer en la autocompasión, que lo único que hará será que nos paralicemos y no podamos avanzar.
De la misma manera que es imposible emprender un viaje llevando miles de maletas y provisiones para toda la vida, tampoco deberíamos llenar nuestra mente con todo tipo de pensamientos agoreros y negativos de lo que supuestamente nos va a pasar en los próximos años… como si alguien en este mundo pudiera adivinar el futuro.
No tiene sentido angustiarnos hoy por los problemas que supuestamente tendremos mañana. Una cosa es ser sensato y otra es anticipar lo que no sabemos si va a ocurrir, malviviendo en el presente.
Intentar ver la parte buena de lo malo, el lado alegre de las desilusiones, y añadir unas gotas de sentido del humor a nuestras adversidades, nos ayudará a llevar una mejor vida.
Tomar la decisión de hacerlo depende únicamente de cada uno, no de la vida que a cada uno le toque, sino de la íntima decisión personal de querer ser feliz.
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