
Sin embargo, esto que tan obviamente sabemos nos cuesta mucho asumirlo e interiorizarlo realmente.
Nos cuesta aceptar la realidad, perdiendo gran cantidad de energía, quejándonos y llevando a cabo las mismas conductas que, sin embargo, de antemano sabemos que fracasarán, pero, al no aceptar la realidad, nos empecinamos en hacer lo mismo como si por arte de magia fuera a cambiar la situación.
Luchar contra la realidad es simplemente irracional y nos cuesta emocionalmente muchísimo, llevándonos al desaliento, a la ira y a la frustración.
De ahí a la desmotivación, por no tener expectativas realistas, hay un pequeño paso, quedándonos atascados en conductas y pensamientos que nos hacen sentir mal.
A pesar de que de una manera racional sabemos que tenemos que asumir lo que es, nos negamos realmente, y es ahí donde somos nosotros mismos los que nos originamos el malestar y no el hecho en sí que nos haya frustrado o la situación que no haya salido como queríamos.
En importante tener en cuenta algunas cuestiones:
. Las cosas no tienen por qué salir como yo quiero.
. Siempre va a haber gente que no me aceptará o querrá.
. La vida no es fácil.
Saber manejarse con la realidad, en ocasiones, es difícil y produce desaliento.
Usar el pensamiento racional y aceptar lo que es, y no lo que nosotros creemos que tendría que ser, supone manejarse mejor, tanto desde un punto emocional como conductual.
De esa manera concentramos los esfuerzos en aquello que realmente sí podemos cambiar, dejando de quejarnos o de rumiar el pasado o de machacarnos con lo que debería haber sido y no es.
Ser conscientes de que tenemos que aceptar la realidad nos hace siempre más fuertes y más activos.