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sábado, 16 de julio de 2016

MITIGAR EL DOLOR CRÓNICO

Hay personas que tienen que levantarse cada día con el dolor que padecen, bien sea porque tienen fibromialgia, cefaleas o lumbalgias, u otro tipo de dolencias en las que el síntoma común es el dolor.

Sobrellevarlo se convierte en una tarea muy difícil, y como consecuencia de padecerlo, el dolor siempre aparece con síntomas de ansiedad y de tristeza, de sentirse inútil e incapaz de disfrutar plenamente de la vida. El dolor que se padece mediatiza toda la vida, y sentirse mal hace a su vez que la sensación de dolor aumente.

Hoy sabemos que nuestros pensamientos pueden contribuir de manera decisiva a que ese dolor que padecemos lo notemos más o menos en función de los mismos.

Si estamos estresados o tristes, nuestros pensamientos, a través de las emociones, harán que el dolor parezca insoportable y que nos cueste todavía más afrontar el día.

Y así, los pensamientos más catastrofistas son los que hacen que aumente más el dolor. Por lo tanto, si sabemos que los pensamientos son responsables de agudizar el dolor, tendremos que conseguir eliminarlos.

Sin embargo, las personas que tienen dolor crónico están hartas de que se les aconseje que no deben pensar así, que tiene que parar esos pensamientos… Porque es verdad que puede resultar difícil. Pero, desde luego, es posible controlarlos y limitarlos, reduciendo así sus efectos adversos.

Una de las cosas que debemos hacer es obligarnos a realizar actividades placenteras.

No, no es una verdad de Perogrullo. Cuando tenemos dolor, generalmente todo nos cuesta mucho y eliminamos muchas actividades, entre ellas aquellas que nos gustan y nos distraen. Por eso, es importante dejar de hacer aquellas tareas que son autoexigencias y que podemos, por ejemplo, delegar en otros, y obligarnos a hacer aquello que nos da placer y paz.

Practicar técnicas de relajación será otra herramienta que podemos usar para mitigar el dolor. El dolor siempre genera tensión muscular que hace que éste aumente. Practicar relajación ayuda a eliminar la tensión, además de conectar con sensaciones de relax y control de nuestro propio cuerpo.

Y, por último, aprender a sacar lo bueno de lo malo; es decir, que a pesar del dolor que nos acompaña siempre debemos fijarnos en lo que podemos hacer, conectar con nuestros valores profundos y dar importancia a lo que realmente lo tiene, lo que ayudará también a sobrellevarlo mejor.


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