Las palabras que utilizamos tienen un efecto claro en nuestras emociones. Son esas palabras con las que expresamos nuestros pensamientos, y las que con frecuencia recordamos incluso pasados muchos años, tanto si fueron palabras que nos agradaron, como aquellas que nos hirieron.
Lo que no tenemos en cuenta son las palabras que empleamos con nosotros mismos. Nuestro lenguaje interior dirige el curso de nuestros pensamientos, y empleamos muy a menudo palabras muy negativas con nosotros mismos. Es frecuente que utilicemos interiormente palabras que no guardan proporción con lo que nos sucede; es decir, tendemos a dramatizar e internamente estamos viviendo catástrofes simplemente porque nos hablamos en términos catastróficos.
Nos sentimos inferiores o peores, en ocasiones, porque es eso lo que nos decimos.
Nos vemos incapaces de hacer algo, porque internamente estamos dudando con palabras que nos quitan fuerza y nos condicionan.
Este lenguaje interno, tan negativo, en ocasiones nos conduce a la culpa, a sentirnos mal y a sufrir.
Debemos ser conscientes del potencial del lenguaje con nosotros mismos.
Entrénese en hablar consigo mismo dándose mensajes positivos y realistas.
Apóyese interiormente, con palabras precisas, ante dificultades o adversidades a las que se tenga que enfrentar.
Hay en las palabras consigo mismo un potencial y un poder personal que con frecuencia es infravalorado y nada utilizado.
Si lo hace, si empieza a ser consciente de su lenguaje interior, de la fuerza del mismo, y practica en hablarse bien, conseguirá aumentar su autoestima y su motivación.
Recuerde que lo que se dice a sí mismo va a determinar cómo se siente y, por lo tanto, si se dice bien, si se habla bien, se sentirá mejor y, en consecuencia, lo que tenga que llevar a cabo le saldrá mejor.
