“No puedes pasar todo el día quejándote y pataleando acerca de la mala suerte que has tenido, de lo injusto que es todo y de la maldición que cae sobre ti...” Leo estas frases en una novela y pienso lo acertadas que son.
Hay que darse cuenta de que alcanzar la paz mental depende de uno mismo. Es un compromiso con uno mismo y un trabajo interior y continuo, nada difícil, pero que sin embargo nos cuesta mucho hacer.
Las circunstancias pueden ser favorables y, de este modo, facilitar esa serenidad interior. Pero no siéndolas, también es posible conseguirla. Mientras creamos que todo va a ir mal, efectivamente así será.
No se trata de tener el pensamiento absurdo de creer que todo es de color “rosa” y fácil. Hay que ser conscientes de que si nos pasamos parte de nuestro día quejándonos y lamentándonos acerca de lo injusta que es la vida, del mal tiempo que hace, de que no tengo ganas de nada… efectivamente será nuestra actitud la que nos condene a que todo este teñido de malestar.
Si cambiamos esa actitud cambia todo, y ya puede seguir lloviendo o podemos tener tal o cual problema, que con una actitud activa y positiva será más fácil que aguantemos el chaparrón o que encontremos la solución a lo que nos aflige.
La vida no es lógica, pero si se lucha contra ella… la vida siempre gana.
Aceptar lo que no podemos cambiar, no con resignación, sino asumiendo que es así, pero fijándonos en que hay muchas otras cosas que sí podemos cambiar, y que únicamente dependen de nosotros dar el primer paso para encontrarnos mejor.
Al final, uno es el dueño de sus pensamientos y de sus actitudes, y ahí sí que no interviene nadie más que uno mismo.
Atrévase a dar un golpe de timón a su vida. Deje la autocompasión y los “buenismos “que no sirven para nada. No se lamente y pase a la acción.
La crítica interna conduce inevitablemente al desánimo y la depresión.
Siéntase dueño de sí mismo, de su vida, y empiece a cambiar la actitud.
De esa manera, encontrará una paz mental que es lo mejor para sentirse bien y afrontar la vida.
