“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”
(Albert Einstein)
Es frecuente que digamos que somos de una determinada manera y que no podemos cambiar. Creemos equivocadamente que somos así desde que nacemos e inevitablemente acabamos haciendo lo mismo, pensando lo mismo y reaccionando de la misma manera ante situaciones que se nos presentan en la vida.
Como si se tratara de una suerte ya escrita con cierta fatalidad, la persona justifica sus acciones diciéndose convencida que no puede hacer nada para cambiar.
Pero no es verdad. Todos podemos cambiar y ser de manera diferente a como éramos y, por lo tanto, hacer las cosas de manera diferente a como las hicimos.
De hecho, la personalidad es un constructo que se va haciendo y rehaciendo a lo largo de la vida. Y así, no somos iguales a los 15 años que a los 35 o a los 50.
Vamos cambiando y nuestra personalidad en constante fluir va cambiando y adaptándose a las diferentes situaciones, acontecimientos y épocas que nos tocan vivir.
Precisamente, esa capacidad que tenemos los humanos de ir cambiando y adaptándonos nos proporciona bienestar y nos ayuda a encontrarnos mejor.
Sería terrible que con cuarenta años reaccionáramos igual que cuando teníamos diez años, por ejemplo, o preocupándonos por las cosas que nos preocupaban con veinte años teniendo casi el doble de edad.
Lo que ocurre es que muchas veces nos negamos a esforzarnos por cambiar, y seguimos haciendo lo mismo, llevando las mismas rutinas y quejándonos de nuestra mala suerte y de esa imposibilidad supuesta que tenemos para cambiar, que en el fondo justifica muchas veces los miedos que tenemos o nuestra baja tolerancia a la frustración.
Pero la vida no es algo que ya está escrito desde que nacemos y en la que nada tuviéramos que hacer ni decir.
Por eso me gusta mucho la frase de Einstein con la que he iniciado este artículo. Porque nos llama a reflexionar sobre lo fácil que es cambiar. Si nos encontramos mal o tenemos una vida que no nos satisface, deberemos ser conscientes de que depende de nosotros el que cambie. Y que dicho cambio pasará inevitablemente por empezar a hacer cosas distintas.
No valen disculpas o frases de que “no soy capaz”.
Todos podemos. Solamente hay que pasar a la acción y empezar a hacer cosas que nunca hemos hecho, comprobando el efecto que tienen en nosotros, y así ir descubriendo e ir sintiendo.