ANALITYCS

domingo, 10 de septiembre de 2017

RENCOR


La mayoría de las veces que sentimos rencor por alguien, pensamos que al sentirlo de alguna manera la persona que nos hirió sale perjudicada.

Tenemos la idea equivocada de que al no perdonar, al sentir la rabia por aquella situación o persona que nos hizo daño, de alguna manera le perjudicamos y le damos su merecido.

Pero nada más lejos de la realidad.

La culpa, el remordimiento, el no perdonar y mantener la ofensa viva en nuestra mente hace que solamente nosotros mismos nos sintamos mal.

El hecho doloroso pasó, aquello que nos hicieron pudo ocurrir hace mucho tiempo… y mantenerlo vivo en nuestro corazón a fuerza de darle vueltas y pensar en ello, solamente nos perjudica a nosotros mismos.

No se trata de olvidar las ofensas padecidas, misión por otra parte imposible. Todos somos conscientes de aquello que nos hizo daño, de lo mal que se portó con nosotros tal o cual persona y de aquello que nos hirió dejando en nuestro corazón una profunda huella.

Pero de ahí a estar dándole vueltas como si el hecho en sí o la afrenta hubiera ocurrido hoy mismo, solo conduce a una agonía cotidiana que produce mucho malestar.

Reconcíliese con el mundo y “aparque” a aquellos que le hirieron. Busque el acercamiento con aquellas personas o situaciones que le dan paz. Aquellas personas o acciones que al tenerlas cerca o hacerlas, le dan serenidad. Piense que, por su parte, lo más importante no es estar recreándose en la ofensa padecida sino en el bienestar diario que tiene que conseguir.

De la misma manera, perdónese por sus errores y meteduras de pata, por aquellas conductas que igual perjudicaron a alguien o que no estuvieron bien. La motivación personal ancla su acción en el perdonarse a sí mismo porque eso es lo que le permite avanzar.

Y deje de rumiar el pasado. Aquello sucedió, no hay manera de cambiarlo y solamente de usted, no del hecho en sí, depende el que éste no se convierta en una losa que le condicione el presente y vaya creando un futuro de amargura.

Perdonar al otro y perdonarse a sí mismo es crecer, limpiar, y en definitiva, seguir viviendo.




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