Teresa Díaz Bada. Consulta de Psicología Clínica en San Sebastián. 666861224 (Whatsapp) / teresa@diazbada.com
domingo, 11 de febrero de 2018
LOS LADRONES DE LA ENERGÍA
Hay veces que nos sentimos derrotados. La vida se nos hace difícil, los problemas se presentan inesperadamente. Cada día parece un largo camino que hay que enfrentar sin apenas fuerza mental.
La energía vital se nos escapa en nuestra mente porque nos centramos en pensamientos a veces devastadores que nos alejan del bienestar.
Estos pensamientos actúan como auténticos ladrones de nuestra energía, dejándonos en mínimos y sintiendo que la vida es mucho más difícil de lo que realmente es.
Nuestro enfoque vital se vuelve oscuro y no somos capaces de ver más que brumas; como si de un día nuboso se tratara, no vemos ningún futuro.
Estos ladrones de energía son pensamientos como las quejas, el fijarnos continuamente en lo que no tenemos o en lo que perdimos, sin pararnos a pensar en todo lo que tenemos, empezando por nosotros mismos y la posibilidad de seguir viviendo.
Otro ladrón de energía son los juicios que hacemos sobre los otros, que nos enredan en espirales negativas en las que caemos a veces en la autocompasión y en compararnos continuamente con los demás, viéndonos siempre inferiores e injustamente tratados por la vida, sin reconocer lo bueno que tenemos.
La envidia es un ladrón muy eficaz de energía personal, ya que el envidioso continuamente sufre y se compara, pero, además, siembra de maledicencia cualquier comentario sobre el otro, ahogando la compasión hacia los demás que deberíamos todos tener.
El miedo se convierte también en un eficaz ladrón de energía, sobre todo ese miedo anticipatorio resumido en “y si…” que muchas veces, aunque no suceda, nos lleva a pasar días y días sumidos en temores y limitaciones que hacen de nuestra vida un camino pedregoso.
Deshacerse de esos ladrones de energía supone empezar a decidir qué tipo de pensamientos queremos dar cabida en nuestra mente.
Supone pensar en que, a pesar de las dificultades, siempre se puede ser generoso y amable con el otro, así como experimentar la compasión hacia los demás.
Pero supone, por encima de todo, no dejarse vencer, saber que en esta vida es importante luchar y rehacerse cada poco tiempo, porque siempre merece la pena.
Que el bienestar que verdaderamente cuenta es el interior, y no tanto el externo, y que para conseguir el primero simplemente se necesita tener una actitud positiva y guiarse por una serenidad conseguida a base de pensar bien.