ANALITYCS

domingo, 1 de julio de 2018

NO LLORES PORQUE SE ACABÓ, SONRÍE PORQUE SUCEDIÓ

Con frecuencia nos entristecemos cuando acabamos de hacer algo que nos motivaba y nos llenaba.

En el transcurso de la vida conocemos a personas que desaparecen, fruto de rupturas o simplemente del devenir de los días.

Cuando pensamos en lo que tuvimos, lo que disfrutamos y lo que amamos, y ya se acabó, una honda melancolía se apodera de nosotros, echando de menos aquel tiempo pasado, aquellos años y a aquellas personas de las que tanto disfrutamos y amamos, de todo lo que vivimos entonces.

Mirar al pasado en general nos llena de tristeza, sabiendo que es imposible volver a experimentar aquello; y qué lejanos nos parece que quedan aquellos días.

Sin embargo, la percepción del pasado cambiaría si consideráramos que aquello o aquellos a los que conocimos y se fueron quedando fuera de nuestra vida, han sido parte de nuestro discurrir y de las experiencias con las que se va tejiendo lentamente nuestra vida.

Experiencias y personas que constituyen los mimbres de lo que somos en el presente.

Por eso, hay que impedir anclarse en esa melancolía que cree que todo lo pasado fue mejor que el presente. Aunque es inevitable llorar esas pérdidas, es necesario superarlas, para pensar que lo vivido fue bueno, aunque a veces duro, y que de aquellas experiencias salimos siempre fortalecidos. Puesto que todo cuenta en nuestra vida, personas y situaciones, proyectos inacabados o frustraciones sufridas.

Todo permite aprender y crecer.


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