ANALITYCS

domingo, 9 de septiembre de 2018

DEJAR DE PENSAR, PARA SOLUCIONAR


Cuando tenemos un problema, damos vueltas al mismo hasta muy frecuentemente llegar a convertirlo en una obsesión.

“Rumiamos” el problema, una y otra vez, creyendo que así llegaremos a una solución enseguida. Pero lo que conseguimos de ésta manera es atascarnos y sentirnos mal.

Cuando algo se convierte en una obsesión se disparan inmediatamente respuestas fisiológicas típicas de la ansiedad: malestar continuo, dolores de estómago, presión en el pecho… etc, además de emocionalmente sentir un gran malestar.

Y achacamos a la gravedad mayor o menor del problema, nuestro malestar.

Sin embargo, manejando la situación de otra manera, probablemente encontremos una solución más rápida al problema y, sobre todo, nos podremos sentir mejor para poder afrontarlo.

Así, cuando tenga un problema le recomiendo que en un primer paso lo analice. Piense con tranquilidad en diferentes opciones para resolverlo. No se vaya a los extremos, ni piense en soluciones mágicas. Nada es blanco o negro. Piense, de las opciones que están en su mano, cual puede ser la más adecuada para llevar a cabo. Y pare. Deje de pensar.

Es decir, no siga dando vueltas. Deje de analizar, como si tratase de poner el problema en cuarentena y lo alejara de su mente. Cuando la mente se despeja de inquietud, de las dudas, es, paradójicamente, cuando aparecen nuevas soluciones o alternativas que no habíamos contemplado.

Y entonces pase a la acción y lleve a cabo la respuesta que quiere aplicar para resolver el tema.

Nuestros pensamientos crecen cuando les prestamos atención, y cuando son pensamientos de preocupación, crecen más, llegando a nublar nuestro juicio.

Cuanto más pensamos en el problema, peor nos parecerá éste y más difícil de nos será de resolver.

Así que pare y distráigase. Verá como, al cabo de un tiempo, la solución está esperándole.


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