Cada uno de nosotros tenemos un marco de referencia único y personal. Dicho marco de referencia nos hace ver la vida de una manera determinada, a través de nuestro filtro personal.
Así, para unos el mundo es un lugar seguro y para otros una selva intrincada llena de peligros… ¿Qué es lo que hace que uno u otro lo vea de esa manera tan dispar?
El sistema de pensamientos que cada uno tiene es lo que hace que veamos el mundo de una manera u otra.
Y dicho sistema de pensamientos se alimenta de una serie de creencias que tenemos en función de la educación recibida, la época en la que vivimos, la cultura que recibimos y, en definitiva, el marco de referencia en el que nos encontramos a lo largo de la vida.
Cuando nos damos cuenta de que es nuestro sistema de pensamientos el que crea nuestra visión del mundo y condiciona nuestras reacciones en él, somos capaces de ver más allá de nuestras limitaciones.
De esta manera, dándonos cuenta de que cada uno de nosotros somos una unidad diferente e única, podemos entender que los demás también lo son y por tanto no sentirnos amenazados por los demás, ni por su negatividad, ni por sus prejuicios.
Así, las relaciones interpersonales se vuelven más fluidas, porque no nos tomamos las cosas de manera personal, no demostramos agresividad en defender nuestros principios e ideas, y conseguimos ver la vida de manera diferente.
De una manera mucho más libre, abriéndonos puertas a relaciones personales más gratificantes y menos críticas, ya que estaremos menos apegados a la defensa de nuestras creencias y visión de la vida, y nos centraremos más en el sentimiento positivo que aflora al sentirnos parte de un universo común.