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Imagen: Pixabay |
Me cuenta una persona que ha leído una frase que más o menos es así: “A veces, hay que dejar de pensar en lo que sentimos y pensar más en lo que nos merecemos”. Y yo pienso en cuánta razón tiene la sentencia.
Si lo que nos decimos, el lenguaje interno que tenemos en todo momento con nosotros mismos, se centra en el malestar, en aquello que nos va mal o en los problemas que tenemos, nuestras emociones serán de malestar.
Evidentemente, nos sentiremos mal y nos centraremos a lo largo del día e incluso en cada hora en esos sentimientos negativos, metiéndonos en un círculo vicioso en el que continuamente estamos centrados en lo malo.
Pero, ¿qué ocurriría si en vez de centrarme en lo malo, en lo que me preocupa, me centro en darme lo que me merezco?
En cada momento puedo pensar en algo que me gratifique, y dármelo. Tomar la postura activa y dirigida a hacer y pensar aquello que me cause bienestar.
Centrarnos en lo que nos da paz, bienestar y tranquilidad. Dirigir nuestra mente y nuestros pensamientos a preguntarnos qué nos apetece y qué vamos a hacer para dárnoslo.
Insistir en qué nos merecemos, y proporcionárnoslo, supone insistir en creernos dueños de nuestros pensamientos y de nuestro bienestar. Sin esperar a la magia o a la suerte, sino siendo conscientes de ser nosotros mismos los que hacemos que las cosas sucedan.