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Imagen de Jill Wellington en Pixabay |
Aunque no hay recetas para la felicidad, sí es verdad que mantener ciertas actitudes, y ser conscientes de determinados hábitos de vida y pensamiento que tenemos las personas, nos lleva a ser más o menos felices.
No hay una sola, sino muchas felicidades, y es cada persona la que a lo largo de su vida va construyendo la suya.
Descubrir qué es lo que le hace feliz lleva a ir construyendo la propia felicidad, tarea nada fácil porque pensamos que es algo que viene dado de fuera, a veces poseyendo cosas o estando rodeado de determinadas circunstancia que se anhelan cuando no se tienen y depositando en ellas la consecución dela felicidad.
Aunque, como decimos, no hay recetas, sí que determinadas actitudes y pensamientos nos conducen por el sendero de la felicidad. En mi opinión, algunas de éstas son:
- Asumir lo malo de nuestra existencia, aquello que no tenemos o que nos fue arrebatado. Asumir las tragedias de la vida y los sinsabores. No es encerrarse en el dolor sino ser capaz de, a pesar de él, seguir adelante.
- Disfrutar y valorar todo lo bueno que tenemos. No esperar a perderlo para echarlo de menos y lamentarnos. Disfrutar cada día de las personas a las que queremos, de la cosas cotidianas normales que constituyen los pequeños placeres.
- Vivir con compasión por el otro y pensar que es mejor que nos engañen una, dos o tres veces o que nos tomen el pelo, a vivir siempre con desconfianza y amargura hacia el otro. Cada ser humano libra diariamente sus propias batallas. Nada fáciles, porque la vida no es justa. Acordarse de eso ayuda a respetar al prójimo.
- Buscar en los demás más lo que nos une que lo que nos separa. Ceder, pero también ser firmes en nuestros valores y convicciones.
- Creer siempre en el bien, en el amor. Preocuparse por ser generosos y amar. No ser egoístas.
- Vivir el hoy sin temor al futuro. Lo que tenga que ser, será inevitablemente, luego por qué anticipar desgracias que igual nunca ocurren o vivir atrapados en miedos anticipatorios que nos quitan el bienestar del presente.
- Revisar nuestra escala de valores, ser flexibles y tolerantes. No criticar.
- Perdonar y ser agradecido. La paz interior va muy unida a estos dos conceptos.
- Sonreír y ser amable. Las tristezas ya llegan en la vida sin que queramos, luego cuando éstas no estén, esforzarse por mostrar la cara amable que todos tenemos.
- Pensar en que cuando yo ya no esté, qué legado dejaré, a los míos y a este mundo, en mi paso por él.
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