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Imagen de Jill Wellington en Pixabay
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Nos acercamos al final de otro año, otro año vivido con sus alegrías y tristezas. Pérdidas de personas a las que queremos y que ya no están, decepciones y también muchos momentos buenos, risas, alegrías y bienestar.
Es importante no dejarse llevar por la melancolía.
El final del año debe hacernos mostrar agradecimiento a la vida, a Dios si somos creyentes o al universo. Seguimos un año más aquí, luchando en el día a día, pero también disfrutando.
Debemos tener presente que nadie más que uno mismo debe encargarse de su vida, de buscar la serenidad interior y la propia felicidad.
Tenemos que tener presente que somos seres en constante cambio y progreso, por eso debemos ser indulgentes con los errores cometidos y pensar en ellos como posibilidades de mejora, no como elementos con los que torturarnos.
Debemos pensar que a quien perdimos este año le echaremos de menos siempre, pero debemos valorar que su actitud, su manera de vivir y su compañía nos acompañaron durante parte de nuestra vida, y nos mostraremos agradecidos por ello, para que la tristeza sea más liviana y poder sobrellevarla mejor.
No olvidemos que ser amable con el otro es tarea prioritaria siempre, y que recordar que debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen a nosotros mismos es importante para mantener unas relaciones interpersonales que nos den paz.
Por ultimo, hay que pensar que la vida no es una emergencia, sino que cada día debemos ir viviendo con consciencia de que la vida no es justa y se acaba, y que, por lo tanto, no vale culpar a nadie de cómo me vaya o de lo que me suceda, sino que debo ser consciente de que la vida, en gran parte, es lo que yo decida que sea.
Feliz Navidad a todos/as y gracias.