El crecimiento personal no siempre se manifiesta con grandes transformaciones externas. A menudo, ocurre en silencio, cuando tomamos decisiones que no buscan el placer inmediato, sino el bienestar profundo. Crecer es, en muchos casos, aprender a elegir lo que nos conviene antes de lo que simplemente nos entretiene.
Vivimos en una cultura que premia la inmediatez: una notificación, una compra rápida, una serie que evita que pensemos. Todo parece diseñado para distraernos del presente y postergar lo importante. Pero llega un momento —a veces lento, a veces repentino— en el que uno entiende que no todo lo que atrae nos construye, y que no todo lo que nos divierte nos hace bien.
Elegir lo que nos conviene implica asumir una mirada a largo plazo. Es preguntarse: ¿Esto que deseo ahora contribuye a la persona que quiero ser? A veces, la respuesta nos incomoda. Significa apagar una pantalla para descansar, decir que no a lo que nos resta energía, salir de la zona de confort, elegir hábitos más saludables o rodearnos de personas que nos desafían a crecer en vez de halagarnos sin fondo.
Estas elecciones no son fáciles ni populares. Muchas veces, lo que conviene exige esfuerzo, paciencia y disciplina. Requiere postergar recompensas, sostener compromisos y asumir responsabilidades. Pero también nos deja una satisfacción que no se esfuma con el próximo estímulo. Nos conecta con nuestra coherencia, nos da dirección, y alimenta una autoestima que no depende del aplauso externo.
Por supuesto, no se trata de eliminar el entretenimiento de nuestras vidas. El descanso, la risa, el ocio también son necesarios. Pero cuando el entretenimiento se convierte en una forma de evasión constante, deja de ser placer y se convierte en un ancla. Por eso, crecer es también aprender a dosificar, a discernir, a elegir con conciencia.
En definitiva, crecer no es un momento concreto ni una meta fija: es una actitud cotidiana. Es elegir, una y otra vez, lo que nos acerca a nuestra mejor versión, aunque cueste más, aunque lleve tiempo, aunque no tenga likes. Es tener el valor de construir una vida con sentido, aunque a veces implique decirle que no al camino más fácil.
Porque al final, lo que más nos hace bien rara vez es lo más inmediato. Crecer es aprender a elegir con el corazón firme y la mirada puesta en lo esencial.
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