ANALITYCS

domingo, 29 de mayo de 2022

PATOLOGIZACIÓN DE LA VIDA COTIDIANA


Parece que sentir determinadas emociones asociadas a acontecimientos externos que suceden en el día a día no es tolerable, y así algunas personas sienten un temor intenso a experimentar emociones que siempre han sido sanas, que en realidad son protectoras y que permiten poner en marcha recursos personales que todos tenemos.

Estas personas acuden enseguida al especialista a que les dé determinadas pastillas si, por ejemplo, sienten tristeza ante la pérdida de un ser querido o experimentan ansiedad ante una entrevista de trabajo que tienen que realizar o ante un vuelo que tienen que coger o frente a una conferencia que tienen que dar. Lo mismo sucede cuando la persona, por ejemplo, se va a separar o divorciar y acude al médico para que les proporcione alguna medicación para evitar caer en una depresión o poder sobrellevarlo mejor.

De tal manera que el aumento del consumo de ansiolíticos es cada vez mayor, así como de antidepresivos. Sin embargo, recientes investigaciones llevadas a cabo dicen que el efecto placebo es real en un 50% de los casos, es decir, la persona se cura sin necesidad de tomar nada, y que, en este tipo de situaciones, las pastillas solamente mejoran en un 50% de las ocasiones.

Las personas tenemos que saber que la tristeza no se trata con una medicación y que es normal tener un ánimo bajo después de, por ejemplo, una ruptura amorosa o de la pérdida de un ser querido. Que lo normal es ponerse nervioso ante un viaje o ante una charla que tengo que dar ante un auditorio lleno. Que esas emociones son buenas y que no hay que tratarlas o esconderse de ellas, convirtiéndonos en personas solamente acostumbradas a sentir supuestamente lo bueno y por lo tanto en terriblemente frágiles, porque ante cualquier revés de la vida caemos en espirales mentales de malestar de los que cuesta salir.

Acostumbrarse solamente a sentir emociones positivas o a sentirse siempre bien es tan irreal como perjudicial. Esta vida esta llena de sinsabores y de tropiezos, pero precisamente los humanos tenemos la capacidad y los recursos de enfrentarnos a ellos y tenemos que asumir estas contrariedades y dificultades porque suponen un proceso de adaptación a lo cotidiano, a lo bueno y a lo malo, que interiormente nos fortalece y nos da energía, confianza en nosotros mismos y bienestar.

No hay que olvidarse de que la medicación genera beneficios en algunos casos, pero también daños, y que el efecto, por ejemplo, de muchos antidepresivos es similar al efecto placebo.

Poner en marcha los recursos de los que todos disponemos, acudiendo si es necesario a psicoterapia donde los resultados en cuanto a éxito son muy altos, y tomando medicación solamente en algunos casos muy determinados, conseguirá que nos convirtamos en artífices de nuestro bienestar, implicándonos en nuestra salud, y no solamente dejándola en manos de los otros.


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