ANALITYCS

domingo, 7 de marzo de 2021

CULTIVANDO FORTALEZAS




Imagen. Pixabay

En muchas ocasiones, subestimamos nuestras propias capacidades. Tendemos de manera general a pensar que los demás son poseedores de tal o cual cualidad de la que nosotros carecemos y, lo que es peor, que ¡nunca seremos capaces de tener!..

Nos comparamos con los otros evaluando nuestras facultades, que como siempre son inferiores… Y, así, nos consideramos menos inteligentes, menos atractivos, menos capaces de enfrentarnos a los problemas diarios o a los sinsabores de la vida.

Esto se refuerza por la tendencia actual a la inmediatez y por la baja tolerancia a la frustración que, con frecuencia, muchas personas padecen. Todo tenemos que tenerlo ya, no se puede esperar y si algo malo nos ocurre o nuestros deseos no se ven satisfechos, caemos, en ocasiones, en procesos de ansiedad o ansioso-depresivos.

No nos damos cuenta de que depende de nosotros, y siempre única y exclusivamente de nosotros, la posibilidad de salir de ese bache en el que no encontramos.

La época actual, en general, nos hace confiar más en remedios externos y rápidos en vez de en nuestras capacidades y recursos, y muchas personas se automedican o confían más en fármacos, que en muchas ocasiones cercenan la capacidad de desarrollar recursos y hacer cambios en nuestra vida y en nuestros pensamientos.

No estamos acostumbrados, ni culturalmente ni desde el punto de vista de la salud mental, a reconocer nuestros talentos, nuestras fortalezas.

Esto lo saben muy bien los laboratorios farmacéuticos, que hacen un gran trabajo en la investigación sobre la cura de muchas enfermedades, pero que, en ocasiones, también promueven el uso indebido de determinadas pastillas que poco aportan, con rigor científico, a la "curación" de determinadas enfermedades mentales.

En este sentido, tendemos a patologizar la vida cotidiana y a recurrir con demasiada rapidez a la medicación, sin insistir en que las personas tenemos capacidades para enfrentar y cambiar muchas de las cosas que nos hacen sufrir o, al menos, para, no pudiendo evitar sinsabores vitales o adversidades, adaptarnos y salir fortalecidos con los cambios personales que podemos llevar a cabo.

Alcanzamos la plenitud en nuestra vida desarrollando nuestras capacidades, nuestras cualidades, no aspirando a poseer las de otra persona o creyendo mágicamente en soluciones externas que lo único que hacen es socavar la confianza en nosotros mismos.



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