Imagen: Pixabay |
Después de ver una película de villanos y de superhéroes con muchos superpoderes… no dejo de pensar en los verdaderos héroes que tenemos cerca y que a veces no somos capaces de ver.
Para mí, un auténtico héroe o heroína es aquella persona que cuando ve llegado el final de su vida puede mirar atrás y ver el legado que deja en cuanto a buen hacer, capacidad de resiliencia y bondad.
Aquella persona que se ha ido enfrentando a las adversidades de la vida solo con las quejas suficientes y necesarias, es decir, sin mantener una actitud derrotista ni de autocompasión, siendo capaz, a pesar del sufrimiento, de haber trasmitido bondad y resistencia personal. Personas que han ido en su día a día sembrando una actitud positiva, amable con el prójimo.
No hay mayor héroe que aquel que una vez llegado su momento final, es capaz de ver que ha hecho lo que quería, que ha podido equivocarse en multitud de ocasiones, pero que lo hecho siempre sin intención dañina, con coherencia personal, no traicionándose a sí mismo, ni actuando en contra de sus valores y creencias.
Mi héroe/heroína ha huido de la crítica fácil, de la envidia y de la vanidad, pensando en que cada uno libra sus propias batallas y nadie debe creerse con el derecho de juzgar o condenar el comportamiento del otro. Ha cuidado al otro, viéndolo siempre con ojos de compasión y sabiendo que todos hacemos lo que podemos por sobrevivir.
Ha cumplido la máxima de “vive y deja vivir” sin molestar ni causar dolor a los demás. La honestidad y la bondad son estandartes que ha enarbolado todos los días. Personas resistentes y moralmente indestructibles, que dejan un legado de humanidad difícil de igualar e imposible de olvidar.